llamada «poder», es vista como privilegio para abu-
sar de ella y no como don para el servicio, siempre es
excluyente. Actuar con esta perspectiva en las igle-
sias y en los movimientos misioneros resulta en sec-
tarismo. Se opone a ella el Reino, el cual nos habla de
una comunidad abierta que invita y no de un grupo
cerrado que limita. Este pasaje es un duro golpe para
todos los que desean encerrase puertas adentro, ya
sea para excluir o enclaustrarse en un sistema. No
llega a ser seguidora de Jesucristo la persona que
afirma su doctrina, sino aquella que actúa como él. La
fe es práctica, es seguimiento; no es llevar el nombre
o la etiqueta correcta. Jesús les explicó: «El que no
está contra nosotros está a favor de nosotros. Les
aseguro que cualquiera que les dé un vaso de agua
en mi nombre por ser ustedes de Cristo no perderá
su recompensa» (Mr 9.40–41). Solo existen dos posi-
ciones: contra nosotros o por nosotros. Jesús nos or-
dena aceptar toda ayuda dirigida a la causa del
Reino, si es en su nombre y con su autoridad. El texto
nos invita a valorar lo bueno
que nos ofrecen personas aje-
nas a nuestra manera de ver el
servicio.
aquellos dispuestos a dar un vaso de agua a los que
pertenecen a Cristo. Jesús también les dijo: «Pero si
alguien hace pecar a uno de estos pequeños que
creen en mí…. Si tu mano te hace pecar, córtatela….
Que no falte la sal entre ustedes para que puedan
vivir en paz unos con otros». Marcos 9.42–50 Cuidé-
monos de no transformarnos en un escándalo o tro-
piezo para otros, llevar a pecar a los que son más pe-
queños. Pequeños como el que echa demonios que
no forma parte de los Doce (Mr 9.38), o bien la figura
del niño, que es modelo de siervo sencillo y humilde.
No los excluyamos. Cortemos de raíz este mal. Se re-
quiere una acción drástica relacionada con cortar,
dejar y abandonar el pecado. Se orienta la vida de la
comunidad hacia la apertura. Trasciende fronteras
creadas por los sistemas. No acepta el mal. Cuidémo-
nos de no abusar del «poder» o de caer en el amor al
«poder», en vez de procurar el poder del amor. La
responsabilidad y autoridad que se nos ha dado es
principalmente para servir, amar y recibir a otros.
La fe es práctica,
es seguimiento;
no es llevar el nombre
o la etiqueta correcta.
d
Todo el relato de Marcos 9.33 al 50 presenta la prio-
ridad de la solidaridad y no del exclusivismo. Lo
bueno de afuera debe ser afirmado y lo malo de
adentro, extirpado. En este contexto, el mensaje del
Jesús acepta a una persona que realiza milagros en
infierno se dirige a los que están adentro. Finalmen-
su nombre aunque no pertenezca al grupo. Parece
que el que expulsaba demonios ministraba en la au- te, Jesús nos ordena que no falte la sal entre noso-
toridad de Jesús. Ante este hecho resulta significativo tros en nuestro trato mutuo y que procuremos vivir
en paz. Cierra el círculo que comenzó con la discor-
que Jesús no indague acerca de su doctrina, ni tam-
poco sobre sus motivaciones. Objeta la actitud de sus dia, pues discutían entre sí sobre quién sería el más
importante. La sal es el símbolo de la disposición a
discípulos mostrándoles la alternativa del Reino.
vivir en paz unos con otros en la comunidad. Seguir a
Quien luche en mi nombre es parte y no enemigo.
Jesús logra que la sal mantenga su sabor y eficacia. Es
Quien ayude a satisfacer la sed de los que son de
Cristo será recompensado en el Reino. Son las impli- la práctica anticipada del Reino.
cancias de actuar «en mi nombre». Una teología muy
amplia y abarcativa. No pierden su recompensa
Una perspectiva amplia