Depósito legal AR2017000223
Número 10065
En Redes Ceilac
Año 3. No. 1
Junio, 2019
No obstante, los espacios pedagógicos que se viven actualmente obstaculizan la
cristalización de tales pretensiones, realidad de la cual no escapa la educación
venezolana, urge entonces un nuevo modo de repensar la educación donde
prevalezca una práctica pedagógica cimentada en la pedagogía del amor y la
esperanza de un nuevo mundo.
Por tal razón, la educación en todos sus niveles y modalidades busca plantearse
reformas que conlleven a una pertinencia de los procesos de enseñanza y
aprendizaje, para generar respuestas adecuadas a las exigencias sociales, por lo
cual la pedagogía es la herramienta fundamental en la adquisición de los
conocimientos.
De modo que la educación en términos generales, debe ser concebida como un
proceso de producción y recreación del conocimiento y la cultura que la sociedad
hace de sí misma, donde subyace implícitamente la evolución de la conciencia.
Por ende; la educación y la pedagogía están destinadas a ampliar el horizonte de
realización y transformación social, en tanto ambas encierran un tesoro para la
humanidad.
Cabe resaltar; que una de las tendencias para la construcción de un mundo mejor
y de acercarnos a los espacios educativos donde nos reencontremos y
reconozcamos como personas, como humanos y como aprendices en
permanente transformación y cambio lo constituye la Pedagogía del Amor, de la
ternura del afecto y de la esperanza.
Los argumentos teóricos epistemológicos acerca de la pedagogía del amor
constituyen una aventura que despierta en los nuevos actores educativos y en la
comunidad escolar el deseo de superar la carencia de afecto, de amor y de
ternura, y abrigarnos en la esperanza de un entorno escolar seguro; en el marco
del respeto y del reconocimiento del otro aspirando la formación de un hombre
apto para la vida con dominio de las competencias afectivas en pro del
mejoramiento de la calidad educativa que le permitan convivir en armonía y paz,
por tales razones el propósito de esta investigación se basa en: Generar una
aproximación teórica de la pedagogía del amor en el reconocimiento de la otredad
desde los actores educativos, una vez que se devele e Interprete las experiencias
de los docentes relacionadas con la pedagogía del amor como reconocimiento de
la otredad.
Bajo estas consideraciones es preciso acotar; que la educación conforma un
proceso permanente y holístico, orientado hacia el desarrollo del conocer, del ser,
del hacer y el convivir, sin ningún tipo de discriminación social. Así, la educación
ha sido vista como el más humano y humanizador empeño de la sociedad en la
búsqueda de un constante crecimiento del hombre, tanto individual como
colectivo.
De modo que la educación en términos generales, debe ser concebida como un
proceso de producción y recreación del conocimiento y la cultura que la sociedad
hace de sí misma, donde subyace implícitamente la evolución de la conciencia.
Por ende; la educación y la pedagogía están destinadas a ampliar el horizonte de
realización y transformación social, en tanto ambas encierran un tesoro para la
humanidad. De allí, que la educación según Pérez (1998), “no consiste en
adoctrinar, sino provocar la creatividad y estimular el crecimiento y desarrollo de la
condición humana…la educación necesita motivar la autonomía del pensamiento,
no la sumisión del individuo” (p. 11).
En el mismo orden de ideas, el criterio que debe imperar en la interrelación entre
docentes, estudiante y contexto; es de respeto, libertad y emancipación, es allí;
donde la gestión pedagógica del docente se distingue como un compromiso
valorativo, por lo que éste deberá desarrollar su práctica pedagógica como un
proceso de humanización que debe concretarse en todo tiempo y en cualquier
lugar, siempre y cuando una persona entre en contacto con otra, con su cultura,
historia, pensamiento, creencias y valores existenciales.
No cabe duda que; uno de los desafíos más perentorios de la educación
actualmente es el de superar las estructuras y sistemas educativos tradicionales
anclados en directrices añejadas y enrumbarla hacia un discurso pedagógico
emancipador a partir del pensamiento dialógico, cuyo fundamento se basa en que
la constitución del ser, del conocimiento y de la verdad solo son posibles mediante
las relaciones dialógicas, entre el uno con el otro, algo así como entre el yo y el tú.
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Diciembre, 2018 Marzo, 2019 4
Bajo esta consideración, el criterio que debe imperar en la interrelación entre
docentes, estudiante y contexto; es de respeto, libertad y emancipación, es allí;
donde la gestión pedagógica del docente se distingue como un compromiso
valorativo, por lo que éste deberá desarrollar su práctica pedagógica como un
proceso de humanización que debe concretarse en todo tiempo y en cualquier
lugar, siempre y cuando una persona entre en contacto con otra, con su cultura,
historia, pensamiento, creencias y valores existenciales. En palabras de Skliar,
citado por Vargas (2016) se trata de” una pedagogía de la otredad, cuyo principio
esencial es la concepción de una educación dialógica, en tanto que asume el
reconocimiento del otro, contrarrestando el ego magistral y la ipseidad
cognoscitiva” (p. 9). El mismo autor expresa en una de sus célebres frases
“porque si el otro no estuviera ahí, allí y aquí nuestras pedagogías no nos dejarán
vibrar con el otro”. (p.2).
Estos trazos enfatizan en la necesidad del mediador de conocimientos de
propiciar un aprendizaje contextualizado en el entramado social donde el
estudiante sea reconocido como un ser holístico en constante metamorfosis, y
por lo tanto, transformador de su entorno, su cultura e idiosincrasia en forma
evolutiva. Es por ello; que se hace prioritario repensar el proceso educativo
desde una episteme emergente que traiga consigo una renovada perspectiva
epistemológica del proceso de aprendizaje, con ideas claras que estén en
consonancia con las múltiples investigaciones que se han realizado y que
permiten hacer frente a los diversos desafíos que los cambios de época
representan, debido a que la educación es el instrumento fundamental que la
misma sociedad propone para afrontar estas variadas realidades epocales de la
humanidad.
A manera de ilustración y al adentrarme en el contexto educativo venezolano, a la
luz de los ejes político, económico, social, territorial y mundial me permite
visualizar a la educación engranada con la política educativa contemplada en los
planes de la nación formulada por cada gobierno relacionada con una orientación
sociopolítica, sustentada por la acción de las políticas públicas como eje central
hacia la implementación de los aspectos sociales para cubrir las necesidades de
los sectores del país.
En correspondencia con ello; surge la Ley Orgánica de Educación a partir de la
Constituyente Educativa en el año 1999, con la refundación de la República y la
necesidad de transformar la educación venezolana para la definición de políticas
públicas sustentables en este ámbito. Nace así la educación bolivariana como
política del Estado Venezolano conformada por subsistemas que buscan cubrir
cada una de las etapas de la vida del republicano desde el nivel de educación
inicial hasta el nivel de educación media general, teniendo fulcro en la teoría
constructivista, y el enfoque socio crítico, nutriéndose de los ideales de Simón
Bolívar, Simón Rodríguez, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Belén Sanjuán y Paulo
Freire entre otros filósofos y pedagogos de elocuencia universal.
En el transitar de la formación de un nuevo hombre y considerando las
argumentaciones anteriores; es preciso acuñar que en el año 2014 se da la
consulta por la calidad educativa donde en una síntesis integral de los hallazgos
encontrados se considera la educación como un derecho humano inalienable y
un deber del estado por lo tanto; en dicha consulta se refiere que los maestros y
maestras deben ser la prioridad para una formación inicial de calidad, dadas las
carencias en el insuficiente manejo de contenidos y métodos de enseñanza poco
innovadores, poniendo de manifiesto inclusive el uso de recursos didácticos que
no estimulan el proceso de aprendizaje como un momento creativo y una
experiencia significativa, en fin la formación, actuación y desempeño del docente
dan poca importancia a la práctica de la pedagogía del amor.
Como es visto; la educación hoy día exige ir más allá de una práctica tradicional y
aviva la emergencia de romper con una práctica pedagógica centrada contenidos
curriculares vetustos, en modelos pedagógicos reduccionistas, en paradigmas
didácticos descontextualizados que limitan la exploración profunda de la
consciencia y la emergencia de un pensamiento consciente y transformador en la
construcción de nuevos conocimientos.
En tal sentido, la educación desde la pedagogía del amor para el reconocimiento
de la otredad, conformaría la punta de lanza para aparcar ese conocimiento
atomizado, memorístico y parcelado característico de la ortodoxia educativa
donde el estudiante estaba obligado a actuar y responder como una máquina, y
como un individuo vacío, aquella que Freire (1987) llamaba “Educación bancaria”
(s/p). Es por ello, que la situación descrita prevaleció hasta la última década del
siglo XX, reflejándose en las acciones del maestro y el trato al estudiante tal como
una máquina, un ser inerte, sin sentimientos, vivencias y emociones, lo cual le
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