Depósito legal AR2017000223
Número 10065
En Redes Ceilac
Año 3. No. 1
Junio, 2019
impedía las relaciones de grupo y sentirse bien consigo mismo, además éste era
considerado como una tabla rasa o una hoja en blanco donde se escriben los
aprendizajes o comportamientos sin importar la condición humana del mismo, y es
que ella niega la posibilidad de reconocerlo como un ser pensante, afectivo y
emotivo, en ese contexto quien tenía el conocimiento, dominio y conducción de la
clase era el maestro.
En este mismo orden de ideas, se desplegó por mucho tiempo una
disciplinariedad metódica materializada en las prácticas pedagógicas
homogeneizadoras características de la educación de fines del siglo pasado y que
aún quedan vestigios de esa vetusta manera de accionar del maestro. Por lo
tanto, es posible afirmar; que la educación tradicional enclaustró el conocimiento
por encima de otros aspectos que conforman la educación integral como lo es el
amor, el afecto, la ternura, comprensión, cariño y emoción, generando una
resistencia al cambio a una educación más humanizada y afectiva, de aquí la
necesidad de una educación basada en la pedagogía del amor.
Como es visto, no solamente se trata de tener conocimientos, sino también hay
que saber aplicarlos a la vida cotidiana del estudiante. De modo, que la nueva
pedagogía y su práctica remiten a un saber hacer y un saber ser en concordancia
con lo planteado en el informe de Delors (1996) relacionado con la premisa "La
Educación encierra un divino tesoro".
Tales afirmaciones encuentran sustento epistemológico en Freire cuando expone
que la educación es como el llegar a ser críticamente consciente de la realidad
personal, de tal forma que se logre actuar eficazmente sobre ella y sobre el
mundo. Su fin es conocer el mundo tanto como para poder enfrentarlo
eficazmente.
De igual forma; Freire citado por Suarez (2011) dice que la educación es
problematizadora, crítica y liberadora al referirse a lo siguiente:
La educación no es como un banco de datos para transmitir o recibir:
La educación es un proceso que libera al hombre de las ataduras y
servidumbres que lo alienan, es decir; que o convierten en posesión
del otro, como la ideología, las culturas y todos los instrumentos de
dominación. (p.88).
Por lo tanto; educar es cultivar la capacidad dialógica, el encuentro reflexivo,
consciente y crítico y a la vez es interpretar, comprender y transformar
creativamente la realidad, en articulación con la pedagogía del amor en el
reconocimiento de la otredad, en la cual se aspira formar desde la diversidad y
para la diversidad. Incluyendo la integración dialógica de la diversidad de saberes,
metodologías cognoscitivas, formas de innovación, procesos creativos,
prulingûismo entre otros aspectos.
Sobre la base de lo dicho hasta ahora, la educación del siglo XXI debe trascender
los modelos pedagógicos tradicionales, disciplinarios, memorísticos y
parcializados; y tributar hacia una práctica critico reflexiva, sistémica e
interpretativa del acontecer educativo. Desde esta visión es posible repensar la
educación vinculada con la pedagogía del amor cuyo propósito esencial es
reconocer, valorar, aceptar al estudiante tal como es y no como quisiéramos que
sea, esto conlleva a comprender que cuando se aceptan sus valores, defectos,
potencialidades y forma de interactuar ante el maestro se hará más fácil
consolidar los que ya él tiene establecido y trabajar en función de corregir los que
aún no ha logrado aprender, esto es en esencia un acto pedagógico desde la
otredad.
Bajo el panorama anterior es preciso acotar, que las dimensiones humanas están
siendo vistas desde diferentes ópticas multivisionarias, realizando esfuerzos por
cristalizar la condición holística del sujeto educativo, rompiendo con el pasado
fragmentado y dando cabida a la totalidad como conjunto integrador donde la
supremacía del conocimiento como se concebía en la ortodoxia educativa quedó
rezagada debido a que se perfila que los afectos deben estar presentes en el
desarrollo de las practicas pedagógicas en las escuelas, la cual está conformada
por sujetos sociales que sienten, padecen, ríen y lloran características propias de
su esencia.
De aquí; que el maestro a tono con la pedagogía del amor reconoce el resultado
de los logros que obtiene el estudiante, lo estimula, motiva y felicita por su buen
desenvolvimiento escolar de modo; que su imaginación, creatividad, voluntad y
trabajo vayan mejorando día a día. En otras palabras es de suma importancia el
principio de la pedagogía del amor que versa acerca de situar en la mente del
estudiante la valoración de todas las experiencias que conforman la vida, la
aceptación del entorno y del mismo estudiante, proporcionando de esta forma su
adaptación al mundo.
Así mismo; la pedagogía del amor nos invita a aprender de los errores, en tanto
somos seres humanos, es por ello; que si aprendemos a aprovecharlos para
aprender de estos, no hay necesidad de castigos ni de sanciones, generando la
posibilidad en cada estudiante debe construir su propio mundo que lo lleve a ser
feliz, alcanzar el éxito, tener paz, valorarse a sí mismo y reconocer a los demás
con asertividad y empatía. Por lo tanto; la pedagogía del amor se vincula con una
didáctica transformadora, por lo que en educación no es posible ser eficiente sin
ser afectivo, esto se traduce en que el proceso de enseñar se fundamenta en un
pilar esencial como lo es el afecto y el amor que se entiende a su vez como
cariño, simpatía y ternura.
En tal sentido; para sustentar este estudio se toman varios referentes que versan
acerca de vistazos ajenos de trabajos previos relacionados con la temática y los
constructos que engloban el fin último o telius de esta producción doctoral como lo
es: Generar una aproximación teórica de la pedagogía del amor en el
reconocimiento de la otredad desde los actores educativos. Se consideran
entonces; la de Teoría Social de Freire (1968); Pedagogía Liberadora (1960);
Teoría de Weber (1983); Teoría Histórica sociocultural de Vigotsky (1978); Teoría
de la Mediación de Diez y Tapia (1999); Teoría Ecológica de Bronfenbrenner
(1987) Pedagogía Democrática de Dewey como sustrato para interpretar la
otredad (1968); Teoría Educativa de Rogers (1975).
De los postulados de las teorías anteriores asumo como investigador que la
educación está orientada por valores éticos humanistas, por lo tanto en él se
pretende desde la praxis educativa una educación liberadora donde los
estudiantes se acepten a sí mismos, a los demás y a la naturaleza en su conjunto,
se aspira formar personas capaces de resolver problemas con autenticidad en el
marco del respeto y la espontaneidad, poniendo de manifiesto la creatividad, el
poder identificarse e interrelacionarse con las demás personas.
Continuando con la senda de los momentos hasta ahora transitados me ubico en
la ruta epistémico-metodológica dejando claro mi postura como investigador la
cual se corresponde con el paradigma post positivista e interpretativo, con
enfoque cualitativo bajo el método fenomenológico -hermenéutico con técnicas de
aprehensión de la información como la entrevista a profundidad y las técnicas de
análisis e interpretación como: estructuración, triangulación, contrastación y
teorización.
Al respecto; Martínez (2004), manifiesta el predominio de la subjetividad, la cual
deja al descubierto que existe una relación sujeto - sujeto, no se puede destacar
la objetividad ni la verdad de algo debido que en la conceptualización influyen los
factores biológicos, psicológicos y culturales. Se considera el conocimiento como
resultado de una interacción, dialéctica entre el conocedor y el conocido, donde
afloran ideas, experiencias, es decir; el estudio no surge de partes
preestablecidas, sino de conocimientos y verdades emergentes en constante
construcción.
Todo proceso investigativo constituye un producto de creación de nuevos
conocimientos con la finalidad de hacer aproximaciones a la verdad. Por tanto, el
propósito de cualquier ciencia es adquirir conocimientos y la elección del método
adecuado que permita conocer la realidad. Al hacer investigación es necesario
asumir una postura paradigmática, disciplinar o epistémico, el cual parte de
supuestos, premisas y postulados definidos por la comunidad científica, en una
episteme determinada, a este respecto. En esta ruta epistemológica se relaciona
la postura epistemológica asumida, el método seguido en el proceso investigativo
así como los informantes claves y las técnicas e instrumentos para obtener
información.
Ante lo expuesto; La investigación cualitativa según Sandín (2003), implica una
preocupación directa por la experiencia tal como es vivida, sentida o
experimentada por los propios seres humanos, es decir, una comprensión
interpretativa de las acciones humanas a partir de intercambios intersubjetivos y
lingüísticos con quienes las experimentan, sin aislarlo de su contexto natural.
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