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En Redes Ceilac. Número 2. 31 de marzo de 2018 FORMACIÓN EN VALORES: UNA PERSPECTIVA DESDE EL ABORDAJE FAMILIAR – ESCOLAR Recibido 16-12-2017 - Publicado 31-03-2018 Msc. Roberto Carlos Tovar García - Universidad Bicentenaria de Aragua - [email protected] Número de páginas 3 Resulta imperante, que cada miembro de la familia y de la sociedad, producto de lo que llama Bello (2008) genotipos y fenotipos para la vida social, pueda a través de la interacción social que caracteriza a cada ser humano, formular, normas, reglas y códigos para la preservación de la vida. Es por ello, que según el autor cada quien debe construir un código de vida como persona, es decir, formar nuestro propio decálogo de comportamiento, nuestros propios principios, que a su vez tributen a la construcción de una ética universal. En este sentido, Bello (2008) define un código de vida como: “la formulación de principios mediante el cual un individuo o la persona se rige dentro de la existencia como ser humano”, por lo antes, dicho, este proceso se construye mediante la experiencia y de las objetivaciones sociales e individuales que cada individuo reproduce de la sociedad en un determinado momento. De igual forma, no basta con decir que se posee algo, es necesario a través de la pedagogía del ejemplo, demostrar o mostrar la construcción moral que ha forjado el individuo a través de los años y de su desarrollo cognitivo, ya que la expresión real de un valor no es lo que se dice sino lo que se hace, es decir, a través de los hechos y del comportamien to humano. Sin embargo, nuestra sociedad, desaforada por el consumismo, por la vanidad ha ido en contra de acciones sociales que buscan prevalecer la vida en el planeta, y es donde florece o emerge los antivalores, ¿pero esto realmente existe?, ¿los antivalores son reales?, ¿o simplemente es una cuestión de criterios?, resulta necesario esclarecer que toda práctica que vaya en contra de la sociedad, de su realización, de su bien común, de la dignidad humana, del perdón, de la paz, de la vida en general, es un antivalor, y observamos que esto es lo que ha proliferado en el mundo en los últimos tiempos, no se puede construir una ética en base al egoísmo, al rencor, a la guerra, a la maldad, por lo cual estos antivalores presentes en la sociedad, contribuyen al resquebrajamiento del mundo. Es entonces el antivalor, un signo de debilidad humana, de tentación, de prácticas herradas llevadas por muchos para satisfacer banalidades personales, deseos oscuros que llevan muy dentro de sí. Es por ello, que las sociedades deben rescatar y promover valores de construcción de sí mismas, remembrando sus inicios, sus orígenes, su génesis, sus buenas costumbres, su valores esenciales, que permita una eclosión del nuevo ser humano que el mundo necesita, es decir, evolucionar de forma positiva, a través de una construcción personal de un código valorativo de vida. Por lo anteriormente dicho, la práctica de valores necesita de una retroalimentación constante de los miembros de la sociedad (familia, escuela, comunidad), de forma tal que se establezca la corresponsabilidad de todos en la formación integral de los seres humanos. La educación como se dijo anteriormente comienza en el hogar y termina en el hogar, no sin antes pasar por la escuela y por la sociedad, ya que no somos seres aislados, sino que vivimos y convivimos con otros individuos, que en sus generalidades, no ayudan en nuestro desarrollo evolutivo como especie. Asimismo, los valores no se construyen desde arriba hacia abajo, sino que es necesario iniciar desde los cimientos de la sociedad, desde la familia, de las experiencias previas, de las buenas costumbres arraigadas y traspasadas de forma ancestral. Se trata no de adoptar unas normas externas, sino de intrínsecamente construir su propia conducta moral, solo así se podrá formar en valores, educar en valores para transformar la sociedad heredada, la que tenemos, por la que realmente queremos. Es así que los valores, constituyen una actitud hacia la vida, hacia lo que soy y lo que quiero ser, como señala Rodríguez (2012), es una cuestión de actitud, de proyectarse hacia el logro de nuestros propósitos de vida, hacia un desarrollo de nuestra personalidad, para construir una ética valedera. En este sentido, el valor es una propuesta concreta, una invitación a la vida cotidiana de cada individuo, para que a su vez éste pueda interactuar con la sociedad que lo rodea. Es decir, es transformar la conciencia social del ser humano, de valores inclusive lo que nos rodea (familia, ambiente, sociedad, cultura), inclusive es una cuestión de supervivencia, al respetar y valorizar las diferentes formas de vida (ecosistemas) en el planeta, y cada una de ellas tienen una función específica (ciclo vital) para que todos los seres humano podamos subsistir en la Tierra. 05