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En Redes Ceilac. Número 2. 31 de marzo de 2018 LA EDUCACIÓN MUSICAL COMO INSTRUMENTO DE PAZ SOCIO EDUCATIVA Recibido 10-02-2018 - Publicado 31-03-2018 Msc. Abimael Meléndez– Universidad Bicentenaria de Aragua- Número de páginas 4 [email protected] Hoy acaso más que nunca, la misión del arte en el ámbito de la nueva generación, trasciende el horizonte de los valores estéticos para proyectarse con creciente intensidad sobre el amplio y vital dominio que abarca desde la formación integral de la personalidad hasta la plena inserción del joven y el niño, mediante su desarrollo artístico, en una vida social constructiva, fecunda y ascendente. (p. 1) En virtud de lo anteriormente expuesto, la educación artística y musical se plantea como un importante elemento de inclusión social, permitiendo la formación de ciudadanos con valores y útiles a su comunidad. De esta manera, la educación musical se constituye de igual forma como elemento de formación para cultura de paz en el seno de las comunidades. No obstante, para que la educación musical y artística pueda ser una educación transformadora, la misma requiere estar al alcance de todos los sectores de la sociedad. De acuerdo a Abreu (2000): “Educación artística para todos es Cultura de Paz para un nuevo mundo, forjador y creador por antonomasia. Es despertar de una conciencia trascendentalmente humanística que reivindica la educación por y para el arte como rumbo certero hacia portentosos futuros” (p. 1). Por consiguiente, la educación musical como instrumento de formación humanística y socio educativa se constituye como un proyecto de enorme impacto social, la cual es considerado a nivel global como instrumento de formación y desarrollo humano. Es allí, donde radica el enorme éxito del proyecto nacional de orquestas infantiles y juveniles de Venezuela, donde la educación musical se convirtió en un modelo de la democratización y sensibilización de la educación en todos los niveles sociales. De acuerdo a Abreu (2000): El establecimiento de sistemas nacionales para la educación en el arte y por el arte al alcance de las mayorías se impone día a día, con avasallante ímpetu como instrumento insuperable de organización social y desarrollo comunitario. Bajo tal perspectiva, educación artística equivale a educación modelo para una Cultura de Paz. (p. 1) A este respecto, la educación musical abre e instaura un modelo de educación y cultura de paz, basada en una formación de valores y principios que han de ser necesarios en el desarrollo académico o artístico en los niños y jóvenes. No obstante, para la consolidación y éxito de proyectos ambiciosos en términos de educación musical como modelo de cultura de paz, es necesario garantizar tanto su acceso como el apoyo en lo que es y será una inversión en los hombres del mañana. Es por ello, que al hablar de educación musical como un instrumento de paz socio educativa, se comprende que su poder radica en ser una herramienta de la integración de la diversidad cultural en los pueblos. A este respecto, la música se convierte en un recurso pedagógico que favorece la formación integral en el niño y que contribuye de igual manera en el desarrollo de su personalidad en lo relacionado al aspecto intelectual y formación de hábitos. A este respecto, Rodríguez (2012), señala: “En cuanto a la adquisición y reforzamiento de hábitos, enfrenta al individuo con sus propias habilidades y limitaciones, ofrece aprendizaje y cumplimiento de normas, enseña a respetar, a utilizar el tiempo permitiendo un uso constructivo del tiempo libre” (p. 265). Como resultado, la educación musical favorece de igual manera la conformación tanto de habilidades como de conductas necesarias para el desarrollo y desenvolvimiento del niño en su entorno o comunidad. Otro elemento importante a considerar en la educación musical y que permite la práctica de un instrumento musical por parte de un niño o niña en una orquesta es la socialización, ya que dicha práctica requiere de una adaptación en el contexto social y musical. De acuerdo a Fernández y Epelde (2014): “…defendemos la música realizada en grupo, pues adquiere un valor todavía más educativo, permite la socialización y acerca personas entre sí, favorece el respeto por los demás y desarrolla la capacidad de adaptación al grupo” (p. 83). De esta forma, la práctica orquestal como compendio en la educación musical favorece de buena manera la adquisición de cualidades necesarias para una integración social. Por otra parte, conviene considerar el porqué de la necesidad de una educación musical como elemento o recurso para la sensibilización y desarrollo de una cultura de paz. Según Bardía y Sampere (2005): “La educación para la paz educa para saber dar respuesta a los conflictos de manera creativa, no violenta y empática. Las artes, y en este caso la música, es un buen instrumento por desarrollar estas tres capacidades” (p. 5). De esta manera, la educación musical se constituye como alternativa donde se reflejan las cualidades necesarias para la puesta en práctica de una cultura de paz, ya que la práctica o aprendizaje de un instrumento musical involucra el cultivo de valores que están inmersos en su propia esencia como el compartir, dialogar y escuchar. Por otra parte, educar para la generación de una cultura de paz es educar para la integración en compañía de todo un conjunto de valores, por lo tanto la educación musical se conforma como un elemento integrador que sirve como estímulo para el aprendizaje de los valores que pueden estar asociados a una cultura de paz tales como la tolerancia, el respeto, la justicia y la igualdad. A este respecto, Fernández y Epelde (2014), se refieren a la educación musical de la siguiente manera: Hemos podido comprobar que la música y la creatividad musical son elementos y recursos muy importantes para favorecer el aprendizaje de los valores asociados a la Cultura de Paz y a la Educación Intercultural, dado su poder de integración y distensión. (p. 93) Otro elemento social que en la educación musical favorece su práctica, se refiere a la sensibilización y lo concerniente al aspecto socioafectivo. El contacto con una experiencia musical se puede convertir en una experiencia emocional, de acuerdo a Bardía y Sampere (2005): Una pieza musical puede convertirse en una actividad didáctica socioafectiva: a partir de la experiencia musical podemos evaluar cómo nos hemos sentido, qué hemos notado o qué nos ha pasado, analizar qué está pasando más allá de nosotros, tomar conciencia tanto a nivel personal como social del tema que hayamos decidido trabajar y, finalmente, elaborar propuestas de acción transformadora. (p. 5) 25