La ética como fundamento
de la técnica
Soy profesor de profesión. A diferencia de
otros profesionales de Teach for All,
estudié para educar. No obstante, como
todas y todos los que hayan estado un
rato en educación se podrán dar cuenta,
no hay receta para esta empresa.
Efectivamente sólo la práctica hace al
maestro.
El año 2017 empecé a transitar el
hermoso camino de la educación en
Coyhaique, región de Aysén, al fin del
cono sur de América. Por supuesto que
estaba intimidado. ¿Cómo no estarlo? Si
mi mirada se topaba con otras que no se
sabían sostener. Al educar en escuelas
pobres es frecuente dar con ese tipo de
mirar tímido y entrecortado. Pero aquí
hay algo especial, los chicos y chicas de
Aysén se enfrentan a un gran Goliat que
imposibilita
otros
futuros
posibles.
Efectivamente, Aysén es la región donde
el derecho a la educación es el menos
valorado por los jóvenes en la gama de
derechos sociales de acuerdo al estudio
Yo Opino, ya que las y los estudiantes no
se imaginan un futuro distinto al
esperado.
Al iniciar mi aventura, me grabé un mantra:
conocer es amar sin esperanza. Decidí que
primero debía conocer para enseñar, y que
la única forma de lograrlo es entregando
amor. Les empecé a escribir cartas y recitar
poemas utilizando la metáfora de David
contra Goliat. Tenemos permitido hacer el
ridículo con carisma, rabiar con sentido,
exigir con propiedad y jugar con
entusiasmo. Lo contrario, aplica a la falsa
vida.
Los métodos para enfrentar el desafío de
encantar a las juventudes, con razón
desencantadas, son múltiples y nadie usa
solo uno a la vez. Trataré en estas líneas de
explayarme sobre esas distintas maneras
que utilicé para ayudar a mis estudiantes a
enfrentar a Goliat; aumentar su amor
propio, aclarar su propósito y crear
colaborativamente oportunidades para
lograr sus metas.
7
Cuando uno se para a dirigir un aula la
actitud es lo primero en lo que los
estudiantes se fijan. Recuerdo una película
norteamericana en la que una profesora
principiante llega a hacer clases en una
casa de acogida debajo del metro
neoyorkino,
como
es
natural,
los
estudiantes no le prestan atención y la
miran con desgano, hasta que una clase
entra una rata al aula; ¡las niñas gritan! ¡Los
niños se paran en sus bancos! Y la
profesora reacciona sacando la rata de la
sala y calmando al curso. Recién entonces
puede
iniciar una
relación
como
interlocutora válida con sus estudiantes.
Somos reproductores de los sistemas de
creencias de la sociedad actual, ¡es de
esperar que el aula sea un espacio
negociado! Para educar –y no morir en el
intento- es crucial tener una actitud
correcta que transmitir de acuerdo al
contexto, para que, siguiendo la metáfora,
David se empodere y enfrente a Goliat.
Para ser maestra, para ser maestro, hay
que querer estar con jóvenes, así, sin
esperar más. Y en ese estar, los disfraces
que nos ponemos para cautivar y llamar la
atención, se nos olvidan en las varias
situaciones que nos ponen a prueba y
frente a las cuáles nos vemos tal como
somos. Educar es como jugar al futbol, se
hace en cada acto y con cada gesto. Pese a
lo que pretendamos, no siempre pensamos
antes de hablar. Por eso es fundamental
poner delante el propósito que nos dirige y
actuar en consecuencia; que nuestros
estudiantes aprendan la importancia del
actuar con sentido, de tener un propósito
para levantarse cada día.
"...Tenemos permitido
hacer el ridículo con
carisma, rabiar con
sentido, exigir con
propiedad y jugar
con entusiasmo."
Benjamín Infante
Generación 2017
Pech Enseña Chile.
Profesor de Historia Liceo República
Argentina.
[email protected]