Aquellos que habitan en el lugar secreto del Altísimo, vivirán bajo la sombra del
Todopoderoso.
Le diremos a la Ley, tu eres nuestro refugio y fortaleza; confiaremos en la Ley
Santa. Y el Padre Celestial nos cubrirá con sus plumas y bajo sus alas
estaremos seguros, su verdad será nuestro escudo y protección.
No tendremos los terrores nocturnos, ni la flecha lanzada durante el día, ni la
peste que camina en las tinieblas, ni el calor que agobia al mediodía.
Porque durante el día caminaremos con los ángeles de la Madre Tierra y
durante la noche comulgaremos con los ángeles del Padre Celestial y cuando el
sol alcance su zenit al mediodía, estaremos en silencio ante la Séptuple Paz.
Y ningún mal nos sucederá, ni calamidad alguna se acercará a nuestras casas,
porque El ha ordenado a Sus ángeles que nos cuiden y nos protejan en todos
nuestros caminos.
El Padre Celestial es nuestro refugio y fortaleza, por eso no temeremos, aunque
la Tierra sea destruida y aunque las montañas sean llevadas al medio del mar,
aunque las aguas del océano bramen y estén agitadas y aunque las montañas
tiemblen por el fuerte oleaje.
Hay un río que fluye hacia el Mar eterno y cerca al río está el Arbol de la Vida.
Allí es donde habita mi Padre y mi morada está en El. El Padre Celestial y yo
somos Uno.
LA LEY SANTA.
Tu, oh Ley Santa, el Arbol de la Y