Por eso guarda sus Leyes, porque nadie puede vivir largo tiempo, ni ser feliz, a
menos que honre a su Madre Tierra y cumpla sus Leyes.
Porque tu aliento es su aliento, tu sangre es su sangre, tus huesos son sus
huesos, tu carne su carne, tus ojos y oídos son sus ojos y oídos. ¡La Madre
Tierra!
Siempre estamos rodeados por Ella, siempre nos circunda su belleza, nunca
podemos separarnos de Ella, nunca podemos conocer sus profundidades,
porque Ella es la que está siempre creando nuevas formas; lo que existe, nunca
antes existió, lo que existió no regresa de nuevo. En su reino todo es siempre
nuevo y siempre viejo, vivimos en su medio y sin embargo no la conocemos, Ella
nos habla continuamente y aún así nunca nos revela sus secretos.
Siempre sembramos en el suelo y recogemos sus cosechas, pero no tenemos
poder sobre Ella. Ella continuamente está construyendo y continuamente está
destruyendo y el lugar donde Ella labora, está oculto a los ojos de los hombres.
EL ANGEL DEL PORDER.
Tu eras el poder, oh Padre Celestial, cuando ordenaste un
Sendero para cada uno de nosotros y a la vez para todos.
¿Qué es la acción bien hecha? Es la que hacen los Hijos de la Luz, quienes
cumplen la Ley antes que todas las otras cosas. Por eso, yo te pido el mejor de
todos los dones, oh Padre Celestial, pues Tu eres el más perfecto de todos los
seres.
Que la Ley Santa gobierne dentro de nosotros a través de Tu ángel del Poder.
Yo pongo cerca de Ti mis invocaciones, para que Tus grandes dones de Poder
protejan Tu Orden Celestial y para que Tu mente creativa esté dentro de
nosotros por siempre.
Te ensalzamos, Padre Celestial, oh Rey Poderoso y bendecimos Tu poder por
siempre y siempre, mientras seamos aptos y podamos tener el poder y mientras
que le enseñemos al pueblo las cosas que deben hacer, teniendo fe en el Padre
Celestial, en la Madre Tierra, en los santos ángeles y en todos los Hijos de la
Luz, quienes siembran en el suelo del jardín de la Hermandad, sintiendo el
deseo de la Orden Celestial en sus espíritus y en sus cuerpos.
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