LA MADRE TIERRA.
Honra a tu Madre Tierra, para que tu vida sea larga sobre la tierra.
Tu Madre Tierra está en ti y tu en Ella; por Ella naciste, Ella te da la vida, Ella fue
la que te dio tu cuerpo y a Ella habrás de devolvérselo algún día.
Feliz de ti, que llegaste a conocerla y a conocer su Reino. Si recibes los ángeles
de tu Madre y si cumples las Leyes de Ella y si haces estas cosas, nunca
enfermarás.
Porque el poder de nuestra Madre Tierra, está sobre todo; Ella tiene regencia
sobre los cuerpos de todos los hombres y de todas las cosas vivientes.
La sangre que circula en nosotros, nace de la sangre de nuestra Madre Tierra,
su sangre murmura en los arroyos de las montañas, fluye con amplitud en los
ríos que pasan por las llanuras, duerme en los lagos, se enfurece terriblemente
en los mares tempestuosos.
El aire que respiramos nace del aliento de nuestra Madre Tierra. Su aliento es el
azul de las alturas celestes, susurra en las cumbres de las montañas, murmura
en las hojas de la selva, crece sobre los campos de cereal, dormita en los valles
profundos, arde y se calienta en el desierto.
La dureza de nuestros huesos, procede de los huesos de nuestra Madre Tierra,
de las rocas y de las piedras; ellas permanecen desnudas ante los cielos y sobre
las cumbres de las montañas; ellas son como gigantes que rep