Te damos gracias Padre Celestial, porque nos has situado en una fuente de
agua corriente, porque nos has dado una primavera viviente en esa tierra de
sequía y la cual riega un jardín eterno de maravillas.
El Arbol de la Vida, misterio de misterios, hace crecer ramas duraderas para
sembrar eternamente, para hundir sus raíces en la corriente de vida de una
fuente eterna.
EL ANGEL DEL REGOCIJO.
Los cielos manifiestan su regocijo, la tierra profiere alabanzas,
las estrellas de la mañana entonan su canto, y todos los Hijos
de la Luz gritan de alegría.
Cantad al Padre Celestial un cántico nuevo, cantad a la Madre Tierra, a toda la
Tierra. Que los cielos se regocijen y que la tierra esté alegre. Que brame el mar
y que se manifieste la plenitud de la vida eterna. Que el campo esté jubiloso, lo
mismo que todo lo que hay en él.
Entonces todos los árboles del bosque se regocijarán ante la Ley Santa. Cantad
al Padre Celestial, oh vosotros Cielos de los Cielos y vosotras, oh aguas que
estáis sobre los cielos.
Todas las montañas y todas las colinas, el viento tempestuoso que ejecuta la
palabra de El; los árboles frutales y todos los cedros, las bestias y todo el
ganado, las plantas y animales rastreros y las aves que vuelan; los reyes de la
Tierra y toda la gente; los príncipes y todos los jueces de la Tierra, los jóvenes y
las doncellas, los ancianos y los niños. Que ellos canten con regocijo al Padre
Celestial.
Cantad al Señor con el arpa, cantadle salmos. Con trompetas y sonido de
flautas formad un coro alegre delante de los ángeles. Que los mares palmoteen
con sus manos, que las colinas estén jubilosas ante el Señor. Formad un coro
alegre ante el Señor, oh vosotras tierras. Servid al Padre Celestial y a la Madre
Tierra con alegría y regocijo.
Venid cantando ante Su presencia. El espíritu de la Ley Santa está sobre mi,
porque los ancianos se han ungido para predicar las buenas nuevas a los
humildes.
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