Las leyes están presentes en el aire, en el agua, en la tierra, en las plantas, en
los rayos solares, en los abismos y en las alturas.
Todas ellas te hablan para que puedas entender el lenguaje y la voluntad del
Dios viviente.
Las escrituras son obra del hombre, pero la vida y todas sus huestes son la obra
de Dios.
Oh gran Creador, primero hiciste los Poderes Celestiales y revelaste las leyes
celestiales; desde Tu propia mente nos diste entendimiento e hiciste nuestra
vida corpórea.
Te damos gracias, oh Padre Celestial, por todos Tus múltiples dones de vida,
por las cosas preciosas que están en los cielos, por el rocío, por las cosas
preciosas que se hacen manifiestas ante la luz de la luna, por las grandes cosas
que hay en las colinas abruptas y por las cosas preciosas que hay en la tierra.
Te damos gracias Padre Celestial, por el vigor de la salud, por la salud del
cuerpo, por el brillo, rapidez y claridad de los ojos, junto con la agilidad de los
pies y la prontitud con que los oídos escuchan, por la fuerza de los brazos y la
vista potente del águila.
Por todos los múltiples dones de vida, adoramos el fuego de la vida, adoramos
la Luz Santa de la Jerarquía Celestial, adoramos el fuego, la bondad y la
amistad, adoramos el fuego de la vida.
Adoramos el fuego de la vida, porque es muy benéfico y muy útil, el protector y
generoso, adoramos el fuego que es la Casa del Señor.
He aquí ahora al Niño de la Luz, que habla con el Angel de la Vida.
Mirad, su fuerza la tiene en la cintura y su vigor está en los músculos de su
pecho. Mueve sus piernas como un cedro, los tendones de sus muslos están
unidos entre si, sus huesos son como tubos de bronce, sus miembros son como
barras de hierro. El, come de lo que hay en la mesa de la Madre Tierra; la hierba
del campo y las aguas del arroyo lo nutren. Ciertamente, las montañas le dan
alimento. Benditos sean su fortaleza y su belleza, porque él sirve a la Ley.
Un santuario del Espíritu Santo es el cuerpo