ELEVANGELIO DE LOS ESENIOS | Page 40

desaparecen. Todos se mueven y cumplen con sus obras, pues todo lo que tiene vida se mueve y solo lo muerto está inmóvil. Y Dios es el Dios de los vivos y Satanás el de los muertos. Servid, por lo tanto, al Dios vivo, a fin de que el eterno movimiento de la vida pueda sosteneros, y para que escapéis a la eterna quietud de la muerte. Trabajad, luego, sin cesar, para cimentar el reino de Dios, no sea que seáis arrojados al reino de Satanás. Porque el eterno gozo abunda en el Reino del Dios vivo; pero la tediosa inercia obscurece en el reino de la muerte, de Satán. Sed, por lo tanto, verdaderos hijos de vuestra Madre Tierra y de vuestro Padre Celestial, para que no lleguéis a ser esclavos de Satán. Y vuestra Madre Tierra y vuestro Padre Celestial enviarán sus ángeles para enseñaros a amar y a servir. Y los ángeles escribirán los mandamientos de Dios en vuestra cabeza, en vuestro corazón y en vuestras manos para que podáis conocer, sentir y hacer los mandamientos de Dios. Y orad cada día a vuestro Padre Celestial y vuestra Madre Tierra a fin de que vuestra alma sea tan perfecta como el Espíritu Santo de nuestro Padre Celestial es perfecto; y que vuestro cuerpo llegue a ser tan perfecto, como el cuerpo de nuestra Madre Tierra es perfecto; porque si entendéis, sentís y hacéis los mandamientos, entonces todo aquello por lo que oreis a vuestro Padre Celestial y a vuestra Madre Tierra, os será dado; porque la sabiduría y el amor, y el poder de Dios está sobre todas las cosas. De esta manera orad a vuestro Padre Celestial: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino; tu voluntad sea hecha sobre la tierra, como en el cielo. Danos hoy nuestro pan cotidiano; y perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos conduzcas en tentación, mas líbranos de todo mal, porque tuyo es el Reino y el Poder, y la Gloria, por siempre. Amén. Y de igual manera orad a vuestra Madre Tierra: Madre Nuestra que estás sobre la tierra, santificado sea tu nombre. Venga tu Reino, que tu voluntad sea hecha, en nosotros como en vos. 40