de Dios en su mesa. Y no os sentéis nunca a la mesa de Dios, antes de que El
os llame por el Angel del Apetito.
CAPITULO XXX.
Regocijaos siempre con los ángeles de Dios, en su Mesa Real, porque esto
agrada al corazón del Señor. Y vuestra vida se alargará sobre la tierra, porque el
más precioso de los ángeles de Dios os servirá todos vuestros días: el Angel del
Regocijo.
Y no olvidéis que cada séptimo día es santo y consagrado a Dios. Por seis días
alimentad vuestro cuerpo con los presentes de vuestra Madre Tierra. Mas el
séptimo día, santificad vuestro cuerpo para vuestro Padre Celestial. Y no comáis
el séptimo día alimento terrenal, mas vivid solo de la palabra de Dios. Y pasad
todo el día con los ángeles del Señor, en el reino del Padre Celestial.
Y al séptimo día, permitid que los ángeles del Señor edifiquen el Reino de los
Cielos en vuestro cuerpo, como vuestros trabajos duran seis días en el reino de
la Madre Tierra. Y no permitáis que los alimentos turben la obra de los ángeles
en vuestro cuerpo, durante el séptimo día.
Y Dios os dará una larga vida sobre la tierra, para que en el reino de los cielos
tengáis vida eterna. En verdad os digo, que no veréis más enfermedad sobre la
tierra, viviréis en el Reino de los Cielos para siempre.
Y Dios os enviará –cada mañana, el Angel del Sol para que os despierte de
vuestro sueño. Por lo tanto, obedeced el llamado de vuestro Padre Celestial y no
os quedéis perezosos en vuestra cama porque los ángeles del Aire y del Agua
os atenderán siempre.
Y trabajad todos los días con los ángeles de la Madre Tierra a fin de que los
conozcáis más y más en sus obras. Pero cuando el sol se ponga y vuestro
Padre Celestial os envíe su más precioso ángel, el Angel del Sueño, descansad
y pasad la noche con el Angel del Sueño.
Y entonces vuestro Padre Celestial os enviará sus ángeles durante la noche. Y
los ángeles desconocidos del Padre Celestial os enseñarán muchas cosas
concernientes al reino de Dios, como los ángeles de la Madre Tierra, que vos
conocéis os enseñarán las cosas de su Reino.
En verdad os digo, seréis cada noche huéspedes del Reino de vuestro Padre
Celestial, si cumplís sus mandamientos. Y cuando despertéis en la mañana,
sentiréis el poder de los ángeles desconocidos. Y vuestro Padre Celestial los
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