Y el hijo siempre le prometía ser mejor, si él pagaba sus nuevas deudas.
Empero al siguiente día principiaba de nuevo. Y por más de siete años el hijo
continuó en su vida licenciosa. Pero al fin su padre perdió la paciencia y no pagó
mas las deudas de su hijo a los usureros.
Si continúo pagando siempre, no habrá fin a los pecados de mi hijo. Luego, los
usureros que habían sido engañados, en su enojo llevaron al hijo como