ELEVANGELIO DE LOS ESENIOS | Page 21

Y muchos ventoseaban gases de mal olor de sus intestinos, semejantes al aliento de los demonios. Y la hediondez era tal que nadie la podía soportar. Y cuando se bautizaron, el agua penetró en el interior de sus cuerpos. Y de allí salieron todas las abominaciones e impurezas de sus errores. Y así como un arroyo que desciende de la montaña, así vierte de sus cuerpos una multitud de abominaciones duras y suaves. Y el suelo por donde corrían era contaminado y tan grande llegó a ser la hediondez que nadie podía permanecer allí. Y los diablos dejaron los intestinos, en la forma de numerosos gusanos que se contorneaban en su estrecho sitio, en el intestino que estaba lleno de impurezas, y se retuercen en impotente rabia, al ser arrojados del cuerpo de los Hijos de los Hombres. Y entonces el Angel del Sol descendió sobre ellos y perecieron retorciéndose en el frenesí de la desesperación, cuando el Angel del Sol los pisó bajo sus plantas. Y todos temblaron con terror al ver todas estas abominaciones de Satán, de las cuales los ángeles les habían librado. Y dieron gracias a Dios, quien había enviado a sus ángeles para su liberación. Y había algunos cuyos dolores les atormentaban y no los dejaban. Y no sabiendo qué hacer, resolvieron enviar alguien a Jesús. Porque ellos tenían grandes deseos de que El estuviese entre ellos. CAPITULO XIV. Cuando dos de ellos hubieron ido a buscarlo, vieron a Jesús acercándose por la ribera del río. Y sus corazones fueron henchidos de gozo y esperanza cuando oyeron su saludo "La paz sea con vosotros". Y tantas eran las preguntas que le querían hacer, mas en su asombro no podían principiar, pues nada se les venía a la mente. Y uno de ellos exclamó: Maestro, en verdad te necesitamos, ven y sálvanos de nuestros dolores. Y Jesús habló por medio de parábolas. Sois como el hijo pródigo, quien por muchos años comió, bebió y pasó sus días en desaciertos y libertinajes con sus amigos. Y cada semana, sin conocimiento de su padre, incurría en nuevas deudas y en pocos días despilfarró todo. Y los usureros siempre le prestaban dinero, pues su padre poseía grandes riquezas y siempre con paciencia pagaba todas las deudas de su hijo. Y en vano él –con buenas palabras, amonestaba a su hijo, mas él nunca escuchó los consejos de su padre quien en vano imploraba que abandonara su vida desordenada, la cual no tenía fin y le suplicaba que fuera a los campos a vigilar los trabajos de sus siervos. 21