En verdad os digo, el poder del demonio, todos los errores y todas sus
impurezas huirán pronto de aquel cuerpo que esté en los brazos de estos tres
ángeles.
Así como los ladrones huyen de una casa desierta a la llegada del amo, uno por
la puerta, otro por la ventana y el tercero por el techo, cada uno donde se
encuentre y por donde le sea posible. De igual manera, huirán de vuestro cuerpo
todos los demonios del mal y todos vuestros errores pasados, y toda impureza y
enfermedad que mancha el templo de vuestro cuerpo.
Cuando los ángeles de la Madre Tierra penetran en vuestro cuerpo como los
amos del templo, de nuevo toman posesión de él. Todo mal olor huirá de vos por
vuestro aliento y por vuestra piel. Aguas corrompidas saldrán por vuestra boca y
por vuestra piel, así como por vuestra parte trasera y partes íntimas.
Y todas estas cosas las veréis con vuestros ojos y oleréis con vuestras narices y
tocareis con vuestras manos. Y cuando todos los demonios, errores e impurezas
hayan huido de vuestro cuerpo, vuestra sangre será tan pura como la de nuestra
Madre Tierra y como la espuma del río que ondea a la luz del sol.
Y vuestro aliento será tan puro como el aliento de las flores olorosas. Vuestra
carne tan pura como las rojas frutas entre las hojas de los árboles. La luz de
vuestros ojos tan clara y brillante como el brillante sol en el cielo azul.
Y ahora os servirán todos los ángeles de la Madre Tierra. Y vuestro aliento,
vuestra sangre, vuestra carne, serán uno con el aliento, la sangre y la carne de
vuestra Madre Tierra. Para que vuestro espíritu sea uno con el espíritu de
vuestro Padre Celestial.
Porque en verdad os digo, nadie se allegará al Padre Celestial, si no es por la
Madre Tierra.
CAPITULO IX.
Así como ningún recién nacido puede entender las enseñanzas de su padre
hasta que su madre le ha amamantado, le ha bañado, cuidado, puesto a dormir
y alimentado, etc., mientras es aún pequeño el niño, su lugar está junto a su
madre y debe obedecerla.
Cuando el niño ha crecido, su padre lo lleva con él a su trabajo, a su lado, en el
campo y el niño vuelve a la casa cuando la hora de comer y de cenar llega. Y
ahora su padre le enseña para que llegue a ser experto en las obras del padre.
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