delante de Dios y a ellos les fueron dadas siete trompetas. Y otro ángel vino y se
colocó ante el altar, portando un incensario dorado y se le había dado bastante
incienso, que debería ofrendar con las oraciones de todos los ángeles en el altar
dorado que estaba delante del trono. Y el humo del incienso ascendía hasta
Dios, lejos de los ángeles. Y el Angel tomó el incensario, lo llenó con el fuego del
altar y lo arrojó a la Tierra y hubo voces y truenos y relámpagos y tormentas.
Y los siete ángeles que tenían siete trompetas se prepararon para tocarlas.
El primer ángel tocó y hubo granizo y fuego mezclado con sangre, que fueron
arrojados en la Tierra y los bosques verdes y los árboles se quemaron y todo
pasto verde se volvió cenizas.
Y el segundo Angel tocó y cuando esto ocurrió una gran montaña ardiendo en
fuego estaba precipitándose en el mar y sangre se levantó desde la tierra como
un vapor. (N.E.: de la traducción del Inglés, al transcribirla al Castellano, el editor
olvidó incluir al 3er. Angel. Si alguien puede completar este pequeño párrafo, lo
puede hacer, enviándolo por correo electrónico).
Y el cuarto Angel tocó y he aquí que hubo un gran terremoto y el sol se volvió
negro como un mechón de pelo y la luna se convirtió en sangre.
Y el quinto ángel tocó y las estrellas del cielo cayeron sobre la Tierra, así como
la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un viento fuerte.
Y el sexto Angel tocó y el cielo se recogió como un papiro que se enrolla y no
hubo árbol sobre toda la tierra, ni una flor, ni una brizna de hierba. Y yo estaba
de pie sobre la tierra y mis pies se hundieron en el suelo blando y embotado en
sangre, extendiéndose tan lejos como mis ojos podían ver. Y sobre toda la
Tierra hubo silencio.
Y el séptimo Angel tocó y vi un ser poderoso que descendía del cielo envuelto
en una nube y un arco iris estaba sobre Su cabeza y Su rostro era como el sol y
sus pies como columnas de fuego. Y tenía en Sus manos un libro abierto y
colocó Su pie derecho sobre el mar y Su pie izquierdo sobre la tierra y clamó
con gran voz, que era maravilloso oír: oh hombre, ¿desearás tu tener la visión
de lo que ha de ocurrir?
Y yo respondí, Tu sabes, oh Unico Santo, que no desearía nada, con tal que
estas terribles cosas no ocurrieran. Y El dijo: El hombre ha creado estos poderes
de destrucción. El los ha creado con su propia mente. El se ha distanciado de
los ángeles del Padre Celestial y de la Madre Tierra y ha moldeado su propia
destrucción. Y yo le dije: ¿Entonces no hay esperanza, luminoso Angel?
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