ELEVANGELIO DE LOS ESENIOS | Page 148

la fortaleza del sol penetró en el corazón del hombre y éste tomó el poder e hizo con él un falso sol y, he aquí, que él esparció los rayos de la destrucción, quemando los bosques, acabando con los valles de verdor, dejando sólo los huesos carbonizados de sus hermanos. Y giré mi rostro con vergüenza. Y quité el cuarto sello y vi y observé al Angel del Regocijo y de Sus labios fluía la música de la Vida, y El se inclinó sobre la Tierra y le dio al hombre el camino de paz. Y la Paz y el Regocijo, como la música, fluían a través del espíritu del hombre. Pero el hombre oyó únicamente la estridencia de la tristeza y el descontento y levantó su espada y cortó las manos de los pacificadores y la levantó una y otra vez y cortó las cabezas de los cantores. Y giré mi rostro con vergüenza. Y quité el quinto sello y vi y observé al Angel de la Vida, y de Sus labios fluía la Alianza Santa entre Dios y el hombre y El se inclinó sobre la Tierra y le dio al hombre el don de la creación. Y el hombre creó una segadora de hierro con formas de serpiente y la cosecha que recogió, fue de hambre y muerte. Y giré mi rostro con vergüenza. Y quité el sexto sello y vi y observé al Angel de la Tierra y de Sus labios fluía el río de la Vida eterna y El se inclinó sobre la Tierra y le dio al hombre el secreto de la eternidad y le dijo al hombre que abriera sus ojos y guardara los misterios del Arbol de la Vida en el Mar Eterno. Pero el hombre levantó su mano y sacó sus propios ojos y dijo que no había eternidad. Y giré mi rostro con vergüenza. Y quité el séptimo sello y vi y observé al Angel de la Madre Tierra y El me envió con Ella un mensaje de Luz flameante del Padre Celestial. Y este mensaje era para los oídos del hombre que estaba sólo, el que camina entre el cielo y la Tierra. Y en el oído del hombre estaba susurrando el mensaje. Y no oía. Mas yo giré mi rostro con vergüenza. ¡Mirad!, extendí mi mano hacia las alas del Angel y dirigí mi voz al cielo diciendo: Dime el mensaje, para que pueda comer del fruto del Arbol de la Vida que crece en el Mar de la Eternidad. Y el Angel me miró con gran tristeza y hubo silencio en el cielo. Y entonces oí una voz, que era como el sonido de una trompeta, diciendo: oh hombre, ¿quisieras tu mirar la maldad que has hecho, cuando volteaste tu rostro del trono de Dios, cuando no hiciste uso de los dones de los siete ángeles de la Madre Tierra y de los siete ángeles del Padre Celestial? Y un dolor terrible se apoderó de mi cuando sentí dentro de mi los espíritus de todos aquellos que se habían enceguecido ellos mismos, como para ver únicamente sus propios deseos de la carne. Y vi los siete ángeles que estaban 148