todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir, tu eres digno, oh
Señor, de recibir la gloria, el honor y el poder; pues Tu has creado todas las
cosas.
Y luego vi a la diestra del que estaba sentado en el trono, cuyo rostro estaba
oculto, un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. Y vi a un
ángel pregonando con voz fuerte: ¿Quién es digno de abrir el libro y de quitar los
sellos de él?
Y ningún ser en el cielo, ni en la Tierra, ni debajo de la tierra, fue capaz de abrir
el libro, ni aún de mirar encima de él. Y me afligí porque el libro no podía ser
abierto, ni yo era capaz de leer lo que había escrito.
Y uno de los ancianos me dijo: No te aflijas, extiende tu mano y toma el libro, si,
precisamente el libro con los siete sellos y ábrelo, pues fue escrito para ti, quien
eres a la vez el más bajo de los bajos y el más alto de los altos.
Y extendí mis manos y toqué el libro. Y he aquí que la tapa se levantó y mis
manos palparon las páginas doradas y mis ojos contemplaron el misterio de los
siete sellos.
Y observé y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono. Y el número era
diez mil veces diez mil y miles de miles, diciendo: Toda la gloria y la sabiduría y
la fortaleza y el poder siempre y por siempre a El quien revelará los misterios de
misterios. Y vi las nubes de luz dorada que giraban extendiéndose como un
puente de fuego entre mis manos y las manos de los trece ancianos y los pies
del que estaba sentado en el trono, cuyo rostro estaba oculto.
Y quité el primer sello y vi y observé al Angel del Aire. Y de Sus labios fluía el
aliento de vida. Y El se inclinó sobre la Tierra y le dio al hombre los vientos de la
sabiduría. Y el hombre respiró; y cuando exhaló, el espacio se oscureció y los
aromas se volvieron hediondos y fétidos y nubes de maldad aparecieron sobre
la Tierra. Y giré mis rostro con vergüenza.
Y quité el segundo sello y vi y observé al Angel del Agua. Y de Sus labios fluía el
agua de la vida. Y El se arrodilló sobre la Tierra y le dio al hombre un océano de
Amor. Y el hombre entró a las aguas claras y relucientes. Y cuando tocó el agua,
las corrientes claras se opacaron y las aguas de cristal se volvieron turbias y con
lama. Y los peces agonizaban en la oscuridad inmunda y todas las criaturas
murieron de sed. Y giré mi rostro con vergüenza.
Y quité el tercer sello y vi y observé al Angel del Sol y de Sus labios fluía la Luz
de la Vida y El se inclinó sobre la Tierra y le dio al hombre el fuego del poder. Y
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