Si vosotros ansiáis, pues, estas cosas, os apegareis a ellas, os afligiréis y
regocijareis en ellas, entonces en verdad, seréis esclavos y en esclavitud
permaneceréis.
Hijos míos, no permitáis que las cosas que no son vuestras se adhieran a ti. No
dejéis que lo terrenal crezca en ti como crece aferrada al roble la débil
enredadera, ya que padeciereis dolor cuando sean arrancadas de ti.
Viniste desnudo de las entrañas de tu madre y desnudo volveréis a ella. El
mundo te da y el mundo te quita, pero ninguna fuerza del cielo o de la tierra
puede quitarte la Ley Sagrada que mora dentro de ti.
Puedes ver que asesinan a tus padres y puedes ser desterrado de tu país.
Luego, irás alegre a vivir a otro país y mirarás con compasión al asesino de tus
padres, sabiendo que por el acto él mismo se ha asesinado. Pues conoces a tus
verdaderos padres y vives seguro en tu país verdadero. Ya que tus verdaderos
padres don tu Padre Celestial y tu Madre Tierra y tu país verdadero es el Reino
de los Cielos. La muerte nunca te puede separar de tus verdaderos Padres y no
existe exilio de tus país verdadero. Y dentro de ti una roca que resiste todas las
tormentas, es la Ley Sagrada, tu baluarte y tu salvación.
***
Y de esta manera los Hermanos enseñaban la Sagrada Ley a los que deseaban
oírla, y se decía que ellos hacían cosas maravillosas, curaban a los enfermos y
a los afligidos con diversas hierbas y utilizaciones maravillosas del Sol y del
Agua. Hubo otras muchas cosas que hicieron, que si ellos hubieran escrito cada
una, ni el mundo entero contendría los libros que deberían haber escrito.
ASI SEA. (OM).
D. FRAGMENTOS DEL EVANGELIO ESENIO DE JUAN.
En el principio fue la Ley y la Ley estaba en Dios y la Ley era Dios. Era lo mismo
el principio y Dios. Todas las cosas las hizo El y sin El no existía nada. La Vida
estaba en El y la Vida era la Luz de los hombres y la luz brillaba en la oscuridad
y la oscuridad no la opacó.
Desde un lugar lejano en el desierto vinieron los Hermanos, para dar testimonio
de la Luz, para que todos los hombres –por medio de ellos, pudieran andar a la
Luz de la Sagrada Ley. Pues la Luz verdadera ilumina la Ley y se les da el poder
de ser los Hijos de Dios y entrar al Mar Eterno donde está el Arbol de la Vida.
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