De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté
alto al medio día: Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los Hijos de
los Hombres Tu Angel de Paz y envíale a nuestro cuerpo el Angel de la Vida
para que more allí dentro por siempre.
Entonces el Hijo del Hombre buscará paz con sus propios pensamientos, para
que el Angel de la Sabiduría pueda guiarlo; porque les digo en verdad, no hay
poder más grande en el cielo y en la tierra que los pensamientos del Hijo del
Hombre; aunque inadvertido para los ojos del cuerpo, sin embargo cada
pensamiento tiene fuerza poderosa tal, que incluso puede estremecer los ciel