que pudieran compartir las enseñanzas con los ángeles de la Madre Tierra del
Aire, del Sol, del Agua, de la Tierra, de la Vida y del Regocijo.
Y el más anciano dijo a los hermanos: Yo les hablaré de paz, porque de todos
los ángeles del Padre Celestial, paz es lo que el mundo más anhela, así como
un bebé fatigado ansía colocar su cabeza sobre el pecho de su madre. Es la
falta de paz lo que congoja a los reinos, incluso cuando no estén en guerra.
Porque la violencia y la guerra pueden reinar, aún cuando los sonidos de las
espadas colisionadas no sean escuchados, aún cuando los ejércitos no marchen
unos contra otros; no hay paz cuando los Hijos de los Hombres no caminan con
los ángeles de Dios.
Les digo en verdad, muchos son aquellos que no conocen la paz; porque
aquellos están en guerra en sus propios cuerpos, están en guerra con sus
pensamientos, no tienen paz con sus padres, sus madres, sus hijos, no tienen
paz con amigos y vecinos; ellos no conocen la belleza de los libros sagrados, no
trabajan a través del día en el reino de la Madre Tierra, ni duermen en la noche
en los brazos de su Padre Celestial. La paz no reina dentro de ellos, porque
siempre anhelan lo que al final les trae solo miseria y dolor, aún aquellos
adornos de riqueza y fama los cuales utiliza Satán para tentar a los Hijos de los
Hombres y ellos viven en ignorancia de la Ley, aún de aquella Ley Sagrada por
la cual nosotros vivimos: "El sendero de los ángeles de la Madre Tierra y del
Padre Celestial".
¿Cómo, entonces, Maestro podemos llevarles paz a nuestros hermanos?
Preguntó alguno de los más ancianos, porque nosotros quisiéramos que todos
los Hijos de los Hombres participaran de las bendiciones del Angel de la Paz.
Y El respondió: Verdaderamente, sólo aquel que esté en paz con todos los
ángeles puede difundir la luz de la paz sobre otros. Por lo tanto, primero estén
en paz con todos los ángeles de la Madre Tierra y del Padre Celestial. Porque
los vientos de una tormenta agitan y revuelven las aguas del río y sólo la quietud
que sigue puede calmarlos una vez más.
Ten cuidado cuando tu hermano te pida pan, para que no le des piedras. Vive
primero en paz con todos los ángeles, pues entonces tu paz será como una
fuente que se abastecerá a si misma con la donación y cuanto más des, tanto
más te será dado, porque así es la Ley.
Tres son las moradas del Hijo de Hombre y quien no conozca al Angel de la Paz
en cada una de las tres, no podrá llegar ante el rostro de Dios. Estos son su
cuerpo, sus pensamientos y sus sentimientos. Cuando el Angel de la Sabiduría
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