violencia acecha a los Hijos del Hombre, cuando no mantienen la vigilancia de la
paz.
Tocad las hojas de pasto y de este modo tocad el Torrente de Vida; allí
encontrarán la paz, la paz construida con el poder de todos los ángeles. Así con
esta paz, los rayos de la Luz Sagrada arrojarán fuera toda oscuridad.
Cuando los Hijos de la Luz sean uno con el Torrente de Vida, entonces el poder
de las hojas de pasto los guiarán al reino del Padre Celestial y sabrán más de
aquellos misterios de los cuales aún no es el tiempo para que los escuchen.
Porque allí en los reinos eternos, hay otros Torrentes Sagrados; les digo en
verdad, los reinos celestiales son cruzados una y otra vez por corrientes de Luz
Dorada siguiendo el arco de la cúpula del cielo y no teniendo fin. Y los Hijos de
la Luz pueden viajar por estas corrientes siempre, sin morir, guiados por el Amor
Eterno del Padre Celestial. Y les digo en verdad, todos estos misterios están
encerrados en el pasto humilde y los conocerán cuando palpen con ternura y
abran vuestro corazón al Angel de la Vida en vuestro interior.
Recoged entonces los granos de trigo, plantándolos en pequeñas ollas de barro
y todos los días con el corazón alegre comuníquense con los ángeles, para que
puedan guiarlos al Torrente Sagrado de la Vida y puedan traer de su origen
eterno, consuelo y fuerza para los Hijos de los Hombres.
Porque les digo en verdad, todo lo que aprendan, todo lo que los ojos de vuestro
espíritu vea, todo lo que los oídos de vuestro espíritu escuche, todo esto es
como un junco vacío en el viento si no les envías un mensaje de verdad y luz a
los Hijos de los Hombres. Porque por el fruto conocemos la importancia del árbol
y amar es enseñar sin fin, sin cesar. Porque así fueron vuestros padres. Id ahora
y que la paz sea con vosotros.
Y Jesús ofreció la pequeña olla con las hojas del pasto joven, como bendición, y
caminó hacia las colinas del sol, siguiendo la orilla del río, como era la
costumbre de todos los hermanos. Y los otros le siguieron, cada uno reteniendo
las palabras de Jesús, como si fueran una joya preciosa, dentro de su pecho.
LA SEPTUPLE PAZ.
"La paz sea con vosotros", dijo el de más edad en bienvenida a los demás
hermanos, quienes se habían reunido para las enseñanzas.
"La paz sea contigo", respondieron y caminaron juntos a lo largo del río, porque
así fueron sus costumbres cuando el más anciano enseñó a sus hermanos; para
125