cuerpo y mi corazón a lo sagrado, enseñanza pura y salvadora, incluso aquella
enseñanza que desde antaño fue dada a conocer a Enoch.
Y después de que estas palabras hayan entrado en vuestro espíritu, en la
primera mañana después del Sabbath, decid estas palabras:
La Madre Tierra y yo somos uno; su aliento es mi aliento, su sangre es mi
sangre, sus huesos, su carne, sus entrañas, sus ojos y oídos, son mis huesos,
mi carne, mis entrañas, mis ojos y oídos. Nunca la abandonaré y siempre ella
nutrirá y sostendrá mi cuerpo.
Y sentirán el poder de la Madre Tierra fluyendo por vuestro cuerpo con gran
ruido como el río cuando es acrecentado con poderosas lluvias.
Y en la segunda mañana después del Sabbath, decid estas palabras:
Angel de la Tierra, has fértil mi simiente y con tu poder da vida a mi cuerpo. Igual
como vuestra simiente crea vida nueva, así corre a través de la Tierra la semilla
del Angel de la Tierra; en la hierba, en el suelo, en todas las cosas vivientes que
crecen del suelo.
Sabed, oh Hijos de la Luz, que el mismo ángel de la Tierra que convierte vuestra
simiente en hijos, también convierte la diminuta bellota en este poderoso roble y
hace producir la semilla del trigo para que crezca para el pan del Hijo del
Hombre. Y el semen de vuestro cuerpo no necesita entrar en el cuerpo de la
mujer para crear vida; porque el poder del Angel de la Tierra es superior en
grandeza y el Angel de la Tierra puede crear la vida del espíritu adent