ELEVANGELIO DE LOS ESENIOS | Page 113

lleva en su espíritu las ramas del Arbol de la Vida; las mismas que llegan hasta el cielo y aún hasta el Reino del Padre Celeste. Y por siete años ustedes han laborado durante todo el día con los ángeles de la Madre Tierra y por siete años ustedes han dormido en los brazos del Padre Celeste. Y ahora vuestra recompensa será grande, por esto les será dado el don de las lenguas; para que puedan atraer hacia vosotros el poder completo de vuestra Madre Tierra y tener mando sobre sus ángeles y dominio sobre todo su reino y para que pueda atraer hacia vosotros la gloria deslumbrante de tu Padre Celeste, para que puedan dirigir sus ángeles y entrar en la Vida Eterna en los reinos celestes. Y por siete años estas palabras no les fueron dadas, porque aquel que utilice el don de las lenguas en buscar riquezas, o para dominar a sus enemigos, ya no será Hijo de la Luz, sino un cachorro del demonio y una criatura de las tinieblas. Porque solamente el agua pura puede reflejar la luz del Sol y aquella agua que se ha tornado viscosa con suciedad y lobreguez no puede reflejar nada. Y cuando el cuerpo y el espíritu del Hijo del Hombre han caminado con los ángeles de la Madre Tierra y el Padre Celeste, por siete años, entonces él es como el río torrentoso bajo el sol del medio día reflejando luces deslumbrantes de joyas brillantes. Escúchenme Hijos de la Luz, porque les impartiré el don de las lenguas, aquel por el cual hablando a vuestra Madre Tierra en la mañana y a vuestro Padre Celestial en la noche, pueden ir acercándose más y más a la unidad con los reinos de la tierra y el cielo, aquella unidad para la cual el Hijo del Hombre está destinado desde los principios de los tiempos. Haré que conozcan cosas profundas y misteriosas. Porque les digo en verdad, todas las cosas existen por Dios y no hay ninguna fuera de El. Dirijan vuestros corazones, por lo tanto, para que puedan caminar sobre los senderos rectos donde está Su presencia. Cuando abran sus ojos en la mañana, incluso antes de que vuestro cuerpo haya sido llamado por el ángel del Sol, díganse a ustedes mismos estas palabras, dejándolas repercutir en vuestro espíritu; porque las palabras son como las hojas muertas cuando dentro de ellas no hay vida del espíritu. Decid entonces estas palabras: Yo entro en el Jardín eterno e infinito de misterio, el espíritu en unidad con el Padre Celestial, mi cuerpo en unidad con la Madre Tierra, mi corazón en armonía con mis hermanos los Hijos de los Hombres, dedicando mi espíritu, mi 113