Ofrecemos sacrificios al sendero de la Santa Ley.
Ofrecemos sacrificios a todos los santos ángeles del mundo invisible.
Ofrecemos sacrificios a todos los ángeles del mundo material.
Dad gracias al Padre Celestial, pues El es bueno, dad gracias, sí, al Dios de los
ángeles, dad gracias, sí, al Señor de la Luz, pues Su misericordia dura por
siempre.
Dad gracias y alabanza infinita a Aquel que hace las grandes maravillas, a
Quien con Sabiduría hizo los cielos, al Que extendió la tierra sobre las aguas, al
Que hizo las grandes luces en los cielos, a Quien creó el sol para que rigiera el
día, y la luna y las estrellas para que rigieran la noche, pues su misericordia dura
eternamente.
Y adoramos a la santa y antigua religión, que fue instituida en la creación, que
estaba en la Tierra en el tiempo de los grandes árboles; la santa religión del
Creador, la resplandeciente y la gloriosa, revelada a nuestro Padre Enoch.
Adoramos al Creador y al fuego de la Vida y a las buenas aguas que son santas
y al sol y la luna resplandecientes y a las brillantes y gloriosas estrellas y sobre
todo, adoramos la Santa Ley, que el Creador, nuestro Padre Celestial, nos ha
dado.
Es la Ley, la que hace santa nuestra morada; la tierra verde y ancha, alabad la
Ley.
La Ley sana el corazón adolorido y cura las heridas.
Grande es la Ley y de gran poder, la comprensión de la Ley es infinita.
La Ley levanta a los humildes y derriba a los malvados.
Cantad a la Ley con agradecimiento, cantad alabanzas con arpas a la Ley, que
cubre el cielo con nubes, prepara la lluvia para la tierra, que hace cre