mento, apareció el padre de los niños y no nos per-
mitió entrar. En seguida matamos a los niños para
que nos deje entrar y así fue. Robamos algunas cosas
y al salir, le matamos al padre.
-¿Por qué no trajeron bolsa si iban a robar?
-Nos olvidamos.
-Bueno, no quiero alargar mucho este juicio. Con-
tando desde que robó, asesinó niños y a un director
de escuela, Pablo González tendrá cincuenta años de
prisión. ¡Declarado! El otro también pero hasta que
le encontremos. ¡Hasta luego!
Golpeó su martillito en la mesa y todos salieron.
En el auto de los oficiales, se metieron Pablo, el
doctor Florencio, María y ellos mismos. El oficial
Fuentes le dijo al oficial Gutiérrez.
-Primero llévame a la casa de María, luego, al
doctor y a María al hospital, después llévale a Pablo
a su cárcel y al final, lleva ese vidrio a Alexis para
que lo analice.
Cuando María y el doctor entraron al salón del
bebé, vieron que le estaba cuidando la doctora Gra-
ciela.
-¡Muchas gracias, doctora Graciela! Se puede reti-
rar.—dijo el doctor Florencio.
-¡De nada! ¡Que se mejore! ¡Chau!
-¡Chau, gracias!—dijo María.
Apenas la doctora Graciela salió, Marcos empezó