a gritar casi haciendo sordo a la gente y sin respirar.
María y el doctor Florencio trataron de tranquilizarle
pero no lograron).
-¡Ayuda!—gritó el doctor Florencio.
Y directamente, entró Carlos con su máscara de
conejo y su arma. María y el doctor levantaron sus
brazos y Marcos dejó de gritar).
-Primero morirá el doctor, después, María y al fi-
nal, Marcos. Prepárate doctor, a la cuenta de tres.
Uno, dos y… ¡Tres!—dijo Carlos y le disparó al doc-
tor Florencio.—Y ahora es el turno de María.
En seguida, les interrumpió la llamada de la vice-
directora.
-Ponlo en altavoz, quiero escuchar toda la con-
versación.
María contestó la llamada poniéndolo en altavoz.
-¡Hola María! ¿Cómo están?
-Bien. ¿Y vos?
-Bien. Mañana hay un acto de los chicos del jar-
dín. ¿Puedes venir?
-Creo que no.
-¡Porque ahora morirán los dos!—dijo Carlos.
La vicedirectora apagó la llamada inmediata-
mente y llamó a la policía y los oficiales Fuentes y
Gutiérrez partieron al hospital Fernández y trataron
de llegar más temprano posible.
-Prepárate María. Uno, dos…—dijo Carlos.