Después de ser Zapata. De Julieta Brizuela
Torres
Podría señalarlos a todos a pesar de mis manos
frágiles, podría decir que cuando pasé al otro
lado percibí sus miradas despiadadas, y entre
sus rostros descarados sus grandezas los
descarnaron, pues sus egoísmos los llevaron a
sus cadáveres tirados.
Zapata algún día me llamaron y Zapata por
siempre me condenaron, pues después de aquel
día mis pupilas se robaron, un respiro le
llamaron, pero fue el beso del arma lo que me
ha llevado, mis sangres derramaron, la misma
que los pueblos algún día lloraron, pues llevo
desgarradas las tierras que de mi gente
arrebataron.
Porto gusanos en la carne, carne que sus
orgullos devoraron, pero ya no siento en el aire
más que mis sueños desaguarse y en el rocío de
mi vacío, utopía a de encarnarse.
Memoria es los que los pájaros han cantado y
es que no ando armado pero las palabras ya se
INAH: "Hombres observan el cadáver de Emiliano Zapata que yace en su féretro,
exhibido en Cuautla, Morelos, 1919."
desbordaron, así ente ellas mis memorias han
sembrado, aquellas que alba les ha recordado.
No porto nada, liviano he quedado, mi alma ha hablado, y ahora que me largo mis ojos enterraron para
mirar desde abajo lo que aquellos van quemando.