Par de Elegías
La noche es oscura, fría, silenciosa, Solo el murmullo de las estrellas se escucha en la lejanía El tintineo tímido y dulce de la soledad. Me acurruco en mi lado de la cama, Abrazando fuertemente tu almohada, Tu aroma sigue presente aún. Recorro con mi mano las sábanas frías, Escarcha cubre mis dedos. Son los recuerdos tan lejanos, tan fríos. Inmovilizan mis manos, mis pensamientos, Me envuelvo en las cobijas buscando tu cuerpo, Solo telas arañan mi piel, solo dolor dibujan mis manos. Te extraño, te imagino en las sombras de mis pensamientos Te odio, por abandonarme y paradójicamente Te amo por tu vida que viviste junto a mí.
Elizabeth Mustafá Zúñiga
Me gustaría quitarme el rostro, desaparecer mis ojos, mis labios, mi piel; me gustaría doblarlo y abandonarlo en un rincón por siempre, para acercarme a ti, para vivir en el lago de jazmines y azares de tu sonrisa, igual que un desconocido al que ninguna historia contigo ha soñado, y abrazarte así por muchos días sin que supieras quien soy, sin que tu corazón me sintiera en la noche. Me gustaría simplemente hablarte sin el pasado receloso de mi voz y con la certeza de que ya no me recuerdas.
Tú me darías un saludo cristalino y yo solo la claridad de un desconocido que ya ha estado enamorado de ti, cómo en esbozos te hablaría y tú no sabrías que te habla un fragmento calcinantemente inútil de lo que has tratado de olvidar.
Pero hoy te vi, aunque haya sido de lejos te vi, y solo fui capaz de cerrar los ojos, fulminado por ti, sin correr, sin gritar, sabiendo que no puedo estar contigo.
Sergio R. Kanek Quintanar Tapia.