El Uru Revista Nº 40 | Page 17

ASENTAMIENTOS IRREGULARES La ONG Techo Uruguay emprendió la rea- lización de un censo estadístico de asenta- mientos irregulares, con el objetivo de tra- zar radiografías de 30 agrupamientos de viviendas en una primera etapa. No se trata esta vez de un mero recuento de hogares y personas, como en el censo realizado en 2011, sino que las encuestas registran tam- bién el tipo de construcción y el estado de las fincas, la cantidad de pobladores y el acceso al agua potable, la electricidad o el saneamiento, además de los niveles de ocupación y estudios o la cobertura social y sanitaria. En Uruguay se define un asentamiento irregular como el “agrupamiento de más de 10 viviendas, ubicados en terrenos públicos o privados, construidos sin autorización del propietario. En la mayoría de los hogares relevados en 2017, los ingresos mensuales declarados tienden a estar por debajo de $ 15.000; ap enas por encima del salario mínimo na- cional ($ 12.265 al primero de enero). De acuerdo con los datos más recientes di- vulgados por la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), del año 2016, el 5,3% de los hogares de Montevideo (58.314) se encuentran en asentamientos, mientras que el porcentaje promedio en todo el país llega al 4%. Los datos se basan en la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadísticas. La población de un 10% de los asenta- mientos fue realojada en nuevas viviendas o bien comenzó a disponer de servicios de agua potable, electricidad de UTE o conexión a la red de saneamiento en el propio asentamiento, informó la OPP. Mientras que en Montevideo quedó regis- trada una disminución de los hogares que están en asentamientos (llegaban al 8,5% en 2010), en otros departamentos, como ser Artigas y Rivera, hubo un incremento muy marcado. En el primero, casi se du- plicó el porcentaje de hogares mientras en 2015 los hogares en asentamientos consti- tuían (del 6% en 2015 a 15% en 2016), y en el segundo se triplicó, pasando de un 2,6% al 9,2% en 2016. En ambos casos, la causa del aumento sería el abandono de viviendas que fueron construidas en zonas inunda- bles. Los datos del Censo de 2011 evidencia- ban que en Uruguay existían entonces 589 asentamientos irregulares (332 en Monte- video, 91 en Canelones y 166 en el resto del país), en donde vivían 165.271 personas. El 78% de estos agrupamientos de fincas se ubicaban en Montevideo y Canelones. Creer que los capitalistas van a aportar de sus ganancias para la vivienda de los más necesitados no deja de ser una idea con muy buenas intenciones, pero imposible de llevar a cabo. Esperar que los capitalistas van a enternecerse con el problema de los más pobres el mundo ya hace rato hubie- ra dejado de ser lo que realmente es. No existe solución al problema de la vivienda sin una fuerte intervención económica del Estado y eso es lo que falta. La Ley 18.795 de VIVIENDA DE INTE- RÉS SOCIAL desenmascara una vez más que la idea que, los socios público-privado son la salida a los problemas del país, es un fracaso ya largamente demostrado. Esta ley es nacida de los organismos multi- laterales que creen en el “dios mercado” y Pag 17