ómnibus, comida una, dos o tres comidas,
y a los compañeros que iban a actuar de
acá también, mirá que teníamos buenas
murgas acá, teníamos y tenemos y siempre
los defendimos, o compañeros que tocan
candombe, o artistas del canto popular
nomas, y siempre defendimos eso, siempre
defendimos eso.
URU.- Ustedes organizaron, también, des-
file de llamadas.
RG. – Sí, sí, claro, comenzamos una llamada
allá en Barracas, en la puerta de ARUBA,
en Patricios. Eso fue (risas), no teníamos
ni la puta idea de organizar una llamada,
y la hicimos con la apoyo de un muchacho,
que era el secretario del Centro Comunal,
no me acuerdo del nombre, un flor de tipo,
que nos bancó. Nosotros mismos cerramos
la calle con una cinta que no respetaba
nadie, pero aun así, fueron unos cuantos
miles de personas, se llenaron las calles
de Patricios, y lo bueno que tenía era que
ya tenías el asiento, viste las escaleritas,
nosotros siempre decíamos, che hay una
llamada y la gente no se puede sentar, vos
calculá que hay una llamada hoy, empieza a
las cuatro de la tarde y son las once de la
noche y siguen pasando, no lo banca nadie.
Entonces acá nos venía fenómeno porque
la gente se sentaba en las escaleras. Me
acuerdo que salimos con cuatro o cinco
grupos de Lubolos, mas no, pero hubo que
hacer un laburo previo, y acá te lo digo
clarito, acá hoy no se chorrea, no se fuma,
cerveza no, agua, clarito, porque vos esta-
bas siendo observado, también, por mucha
gente de acá. Había que ser un ejemplo,
y ahí se arrancó y salió precioso. Fue un
laburo bárbaro, ahí trabajamos como 30
compañeros de ARUBA.
URU.- Ustedes ¿tenían socios?
RG. – Si, llegamos a tener como trescien-
tos treinta y pico de socios, que pagaban
de vez en cuando, eran socios, bueno so-
mos uruguayos, capaz que cuando te veían
te tiraban cien mangos para cubrir todas
las cuotas juntas. Pero no sirve eso, no lo
podes aguantar, y tal vez ese es el proble-
ma, o uno de los problemas que no se pue-
de sostener nada. Y bueno, después con
el mazazo del alquiler nos quedamos sin
el local y ahí palmamos. No vimos la salida
ni nada, todos los uruguayos que venían a
hacer cosas, no apareció nadie, no impor-
ta, sabemos que eso es así. Tener un local
es fundamental, ojo tener un local para
laburar, y pagando, no queremos que nos
regalen nada, pero si costos razonables.
En fin es una lástima, una lástima porque la
experiencia fue buena.
URU.- Y ahora retoman una segunda etapa.
RG. – Si, ahora arrancamos esta segunda
etapa, pero, de un modo, no te voy a de-
cir devaluados, sino con unos años arriba.
Antes pegábamos veinte mil afiches noso-
tros mismos, veinte mil, hoy si llego a los
mil quedo de cama. Además recibíamos a
la gente hacíamos todo, y en el local mis-
mo nosotros tuvimos valores tremendos,
Carlitos Benavidez, Miguel Tuala, Manuel
Capela, que se yo.
URU.- ¿Concurría mucha gente?
RG. – Si, si, si ciento y pico en nuestro
local era una cosa de estar siempre. Me
estoy olvidando de José Curbelo y Marta
Suint, nuestros payadores a los que les
debemos demasiado, parece que no tuvié-
ramos payadores nosotros, hay un gran
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