El Uru Revista Nº 24 | Page 17

Aunque quiero destacar que por sobre todas las diferencia sobrevuela una especie de núcleo conceptual, emotivo, concentrador de sentidos, algo como un Aleph medular residente en la más pura interioridad de lo que somos. Y ahí, en forma misteriosa todos estamos de acuerdo. Se ama la patria dando todo por ella. Que es como ser uno con ella a quien brindamos todo lo que podemos imaginar que le hace bien. Y en eso entra lo mejor que podemos concebir. Por eso el amor a la patria sustentado por los Libertadores independentistas tiene algo de prístino, de novísimo, de algo que se está haciendo desde el corazón de cada uno de los que dieron su vida luchando por defenderla. Y ahí está la condición de maestros, de inspiradores, de renovadores de valores éticos propios de las nuevas condiciones políticas que se estaban viviendo. El caso es que las luchas por la independencia dejan fuera a la vez los antecedentes que venían del legado indígena y del legado europeo. Subsisten algunas formas, algunos nombres pero, se lucha y se defiende otra cosa. Un nuevo sentido. Otra densidad política que participa de lo jurídico, de lo institucional, de un orden económico-social en proceso de creación, de nuevas aspiraciones culturales, del sentido de inclusión de todos los habitantes en el Estado nuevo. Instituciones renovadas que no siempre concretaron las aspiraciones que giraban en las cabezas de muchos sin que la realidad haya podido unirlas y darle consistencia acorde con el esfuerzo de conseguirlas ni con la esperanza de que se cumplieran. Cuando los estados nacionales se forman sobre la herencia de las luchas de los caudillos populares, quienes se aprestaron a darle la forma jurídica ya no fueron los que se jugaron por la libertad. El tema pasó a manos de letrados, cuyos ojos estaban acostumbrados a leer balances y ejercicios comerciales y en la confianza que les otorgó el conjunto de los que aspiraban a ser reconocidos como ciudadanos, los redactores de leyes y constituciones leyeron y escribieron como si se tratara de balances y comercio. Por eso, el próximo 2 de enero sería patriótico hacer un minuto de silencio para pensar y rendir homenaje al que perdió la vida y fue vilipendiado por quienes se creyeron superiores, en uno de los mayores actos de entrega y de “amor a la patria” representado por la defensa de un pedazo de su tierra tratando de evitar que fuera arrebatado y alguien creyera que el suelo oriental podía ser pasto de alimento de ajenos agresores pisando con pie sacrílego la tierra que defendió José Artigas. Por el General Leandro Gómez que se propuso defender a Paysandú entregándose al enemigo sólo CUANDO SUCUMBA. General Leandro Gómez