ENTRE EL AMOR Y LA MUERTE
Mientras la patria llama, allí estoy yo,
fuerza y latido
De qué hablamos cuando decimos
“amor a la patria”
Tal vez siempre estuvo, tal vez fue creciendo,
pero algo es seguro, muy seguro. El ser humano ama
el lugar donde nació y cada día, cada año de su vida
acumula razones y sentimientos que aumentan ese
amor. Lo contrario se da pocas veces y casi siempre
responde a una gran desilusión, a una herida, a una
renuncia. Y además esa adhesión al lugar, a la tierra,
a las circunstancias y a la gente, madura mientras
más estrechos son los lazos que se tejen con los contemporáneos. Esto es no sólo claro sino muy conocido.
Hoy quiero referirme al se ntimiento de patria colocando el concepto cuando en América no sabe mos
si se hablaba de “patria” por ser ésta una manera de
nombrar el suelo donde se nació a la manera latina y
por lo tanto común en la cultura de los europeos que
invadieron y colonizaron el continente. Aunque no
tengamos constancia escrita del amor a la “patria”
por parte de los pueblos originarios, en cambio tenemos fehaciente comprobación del amor al suelo que
los antiguos habitantes sentían por el lugar donde
nacieron. Forma parte de lo más acendrado de su
cosmovisión, de cómo veían la naturaleza de la que
formaban parte, lo que los pueblos americanos sentían, sabían y valoraban acerca de la Tierra, hasta sentirla y cuidarla como si fuera la Madre. Nada más
claro que el sentido dado al concepto de Pachamama
o Madre Tierra para verlo con claridad.
También es cierto que para los europeos la
cosmovisión indígena fue algo de muy poca importancia y creo que tenemos mucha suerte de que no
hayan logrado borrar el concepto de la memoria indígena así como lograron hacer desaparecer tantos
aspectos de las culturas originarias americanas.
Por Delia Etchegoimberry
No quisiera afirmar que el amor a la patria
manifestado por los Libertadores de América se
enraíce en el pensamiento indígena y menos quiero
afirmar que tomó sus raíces del sustrato europeo
traído por los conquistadores a través de su lenguaje.
Lo que es seguro que a la época de las luchas por la
independencia, los que se jugaron por conquistarla y
mantenerla, demostraron un profundo sentimiento
de amor a la patria.
Y la patria era el suelo americano donde habían
nacido. Hijos o descendientes de los conquistadores,
los criollos ostentaban un sentimiento independiente
del de sus ancestros. Un sentimiento de patria
nuevo, enraizado en este suelo, referido a él , a su
corta historia,
a sus vivencias,
compartido
mayormente con sus contemporáneos, muy fácil de
trasmitir, contagioso, hecho de todas las simples
cosas que le rodeaban, fortalecido por sus propias
creaciones de ideas, conceptos, acciones, utopías,
entregas
espirituales
y
culturales,
afectos
compartidos, sueños del más venturoso porvenir para
sus descendientes. Y en todo eso y mucho más lo
que no cabía era ser “vende patria”. Porque en el
“vende” estaba todo lo que se rechazaba, lo que no
tenía cabida en el corazón ni en el concepto de patria.
Sobre todo para quienes sólo la podían imaginar
independiente de todo poder extranjero. Cosa propia,
cosa amada, merecedora de cuidado, que debía
mantenerse sin mancha, que no había dinero capaz de
comprarla porque no estaba en venta, porque era de
todos y sobre todo era del futuro, de los hijos, de los
descendientes, del placer de saberla libre. Creo que
en esto todos estamos de a-cuerdo. Bueno, de muy
cerca siem