El Uru Revista nº 39 | Page 29

dos, obreros y pequeños productores, que se dedicaron al cultivo de hortalizas y al ganado lechero. Hacia las décadas del 30 y 40 se instalaron una considerable cantidad de fábricas los que hizo que se considerase al Cerrito “el barrio obrero de Montevideo” En este proceso de iden- tidad barrial, los inmigrantes africanos, fueron parte esencial ya que mediante sus tradiciones legaron a la zona una fuerte presencia del candombe y el barrio todos los diciembres celebra su desfile de lla- madas, donde participan no solo los grupos del lugar sino también invitados de otras partes de Montevideo. Si bien no podemos decir que el Cerrito se ha quedado detenido en tiempo, si de- cimos que es un barrio típico de un Mon- tevideo que alguna vez fue así, donde se conservan viejas tradiciones, es un barrio donde sus moradores salen a barrer las veredas y a conversar con el vecino, donde aún subsisten los tradicionales boliches, y los parroquianos concurren a jugarse un truco y compartir una “grapa con limón”. La vida cultural del barrio cobra mucha importancia en el Centro Cultural Guyu- nusa, que funciona en el ex mercadito municipal, donde se desarrollan diversas actividades y talleres para beneplácito de la comunidad. Otro de los espacios histó- ricos del barrio es la Plaza de Deportes N° 4, que fue re-inaugurada en el año 2012, con el estreno de su gimnasio cerrado. Por supuesto que el futbol no puede es- tar ausente de un barrio montevideano y en el Cerrito se destacan, entre otros, dos clubes tradicionales, que todos los años disputan un trofeo en el clásico ba- rrial : el Club Sportivo Cerrito (fundado en 1929) y el Club Atlético Rentistas (fun- dado en 1933). Estos clubes comparten un hecho poco común, para la fundación de ambos tuvo activa participación un señor llamado Esteban Marino, un comerciante de la zona y que fue un famoso árbitro de la AUF, el recordado “Turco” Mari- no. El barrio tuvo su propio “Cinema Para- dise”. Dos cines fueron históricos en el Cerrito, el “Plus Ultra” y el “Grand Prix”. Este último se inauguró en el año 1962 y funcionó hasta el año 1979, época en que los cines perdieron preponderancia y co- menzaron a desaparecer. En el año 2012, Martín Daian, un fanático del cine y un so- ñador, reabre el cine Gran Prix, para do- tar al barrio de un entretenimiento, como lo que él disfrutó en su niñez. El disfrute duró hasta el año 2015 en que luego de un soportar un asalto, donde se llevaron toda la recaudación, y sin ningún apoyo oficial debió cerrar sus puertas. El sueño llegó a su fin, tal vez. Por aquello de que “los sue- ños, sueños son”. Quien ha recorrido mucho el barrio del Cerrito, y especialmente sus boliches fue Don Alfredo Zitarrosa, quien se inspiró en ellos para componer la conocida “Chama- rrita de los Milicos” que fue, su manera de rendir un homenaje al hombre que lo crió, Carlos Duran, que fue un “milico pobre” y una muy buena persona. Ahora me tomo la penúltima y nos vamos. “ Los boliches del Cerrito, no son para los ricos” “Los boliches del Cerrito, están llenos de mili- cos” Aníbal Benítez mayo 2017 Pag 29