El tren del desamparo 15
fueron los primeros gemelos que se recordaban en el pueblo , aunque bien caro pagaron haber nacido juntos .
Durante su viaje a la nada , en el lapso de la escurridiza agonía , rememoró aquel día en el que Higinio García , el encargado , comunicó a los resineros que cerraban la fábrica . Gracias a que ya por entonces estaba adscrito al sindicato , mantenía unas excelentes relaciones con los ferroviarios del pueblo y pudo haberse ajustado con ellos y cambiar de oficio , pero no le seducía el trabajo en las vías . A él lo que le agradaban eran los ruidos que producía la naturaleza . El ferrocarril era un ingenio mecánico excesivo para su mentalidad rural .
Durante su descenso al reino de la transparencia , Serafín percibió otra vez aquella necesidad amarga de horizontes tentadores , aquella urgencia de cambiar de rumbo , de anidar libre , de olvidar , y por el pensamiento apático le sobrevoló la imagen de la subida al tren en la estación del pueblo , con sus hijos . Había oído que yendo hacia el norte , siguiendo la misma línea férrea que buscaba el mar , aunque en montes más bajos pero más enriscados , también los pinos sangraban su pena y florecía una potente industria resinera . Cambió los montes comuneros de su tierra por los pinos que despuntaban retorcidos en parajes pintorescos de los Obarenes y sus inmediaciones , como Portillo Amargo , San Vitores y Sante .
Durante su deslizamiento hacia la patria de las sombras , Serafín no extravió de la memoria aquel día frío del otoño de 1933 en el que llegó al nuevo destino con los hijos , Quirce y Leonora , de nueve años , agarrados entre sí de la mano , como si dibujaran las alas húmedas de un gorrión desahuciado . Se acobardaron ante las rocas y peñascos que pendían amenazantes sobre la estación , como tejados voladizos . Con las respectivas maletas , cruzaron con rapidez el puente tendido sobre el río