El tren del desamparo - Eduardo Rojo Diez | Page 14

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Durante su caída al vacío , la sangre le manó a borbotones y se le derramó por la cara , formando una cortina roja agitada por un viento aterciopelado . A continuación , el agua le inundó los pulmones con la humedad de la muerte . En el transcurso del corto vuelo y en la fase inicial de la inmersión , Serafín Montenegro tuvo tiempo de evocar su nacimiento en un pueblo de la meseta , en la vertiente sur del Moncayo , el día de Navidad de un año sin determinar de finales del siglo anterior . Al principio de nacer , esa peculiaridad le habían contado , se llamó Manuel . Fue por la voluntad expresa , aunque no inquebrantable , del cura . Pero dos días después fue bautizado como Serafín , con el mismo nombre de un hermano que vino a este mundo en un otoño de hojas prietas en el que los árboles se resistían a tolerar la desnudez de sus ramas . El hermano , al que evidentemente no conoció , murió como un pajarillo sin plumas en aquel invierno recién nacido , cuando las hojas , inertes sin remedio , habían alfombrado ya de ocre y viscosidad la tierra del camposanto . Fue una excusa convincente plantear la conveniencia de heredar aquel nombre , Serafín . Su padre no simpatizaba con los curas y las iglesias y lo que no quería ponerle a su vástago era Manuel , un apelativo que anunciaba con tanto descaro la venida del Niño Dios .
Durante su precipitación al abismo , se vio sudoroso de nuevo , acompañado de la familia , resinando los pinos de la comarca natal , que parecía y perecía ahogada en un mar de agujas verdes y olorosas . El cielo se quedaba en un segundo plano ante la inmensidad de los pinares de la tierra de los ancestros . Se reencontró en el altar , siendo joven y apuesto , también ingenuo , con la hija de otro resinero , Blanca , llamada así en honor a la Virgen de la ermita que sobrevivía agazapada en un costado de la resinera . Pronto tuvieron descendencia . Quirce y Leonora