EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 85

en su crónica que “la comunidad y las autoridades creen que no existe una manifestación de violencia abierta ni hechos contundentes que lleven a pensar que el pueblo está cercado, o que el Ejército y la Policía hayan perdido el control del orden público”. Ante el nombramiento del oficial, el senador Omar Flórez Vélez calificó la medida de “ineficaz y anticivilista”, y el representante a la Cámara, Manuel Ramiro Velásquez, dijo que el gobernador y el presidente habían sido asaltados en su buena fe. Pero, ¿fue asaltado el gobernador en su buena fe? De las medidas tomadas por él podría deducirse lo contrario. Ante la oleada de violencia que sacudió al Urabá antioqueño en el año de 1994, el nuevo funcionario, que se posesionó el 1° de enero del 95, participó en una reunión promovida por los alcaldes de la zona, la cual se efectuó en Medellín el 17 de enero. En ella, los mandatarios municipales, recientemente elegidos, dieron cuenta de que seguía vigente el “Pacto de Apartadó", que buscaba llegar a un entendimiento entre los grupos políticos para buscarle una salida al conflicto. Al recopilar los hechos recientes, las autoridades comprobaron que la zona estaba infestada de delincuentes comunes y de guerrilleros, que el enfrentamiento que habían protagonizado paramilitares y miembros de las FARC y del ELN en el norte del país parecía comenzar a trasladarse a esa zona, y que las masacres no daban tregua: dos en los pocos días transcurridos a partir del 1° de enero, con un saldo de once personas muertas en Turbo y Necoclí, que las autoridades atribuyeron a una disidencia del EPL, especie que fue rechazada por voceros del Partido Comunista y de la Unión Patriótica. Algunos de los participantes dijeron que la escalada de violencia obedecía a la inminente elección de las directivas del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria del Agro (Sintrainagro), y todos expresaron su preocupación porque la primera víctima de los nuevos escenarios de guerra sería la población civil. Se denunció que habían comenzado los desplazamientos masivos de los habitantes, tanto que ya podía hablarse de un éxodo, y mientras unos denunciaron a la guerrilla, otros dijeron que eran los paramilitares los autores de la perturbación. Pero, en general, se pidió que el pacto político se convirtiera en una herramienta eficaz para garantizar la tranquilidad de la zona. 85