EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 79

"Un primer grupo, el de los parlamentarios intimidados, con miedo concreto, e inclusive amenazados. Un segundo, el de los que actuaron exacerbadamente, aquellos que vieron en ese momento la mejor ocasión de cobrarle al presidente Barco su desprecio de tres años. "Este año el Congreso alcanzó su desprestigio absoluto. Más que nunca se sintió esa noche, el vacío de un líder, de una voz en el Parlamento, alguien con conciencia, con prestigio intelectual, con talla moral". Así las cosas, la reforma (con su mico) llegó a la plenaria del Senado. Y el líder que echaba de menos El Tiempo surgió sorpresivamente. No era un miembro del Congreso, aunque sí había sido parlamentario largos años. Se trataba del ministro Lemos. El 14 de diciembre, a pocas horas de cerrarse las sesiones del Congreso, se reunió con los 54 senadores de su partido, los liberales, y les hizo un “dramático llamado” a salvar el país. “El Senado - les dijo - es el último dique que queda para detener la avalancha de la delincuencia. Si ustedes fallan en este instante estelar de la historia del Senado, el país ya no tendrá protección ni defensa frente a los narcotraficantes. Ustedes son un grupo privilegiado, que tiene una inmensa responsabilidad que nunca antes Congreso alguno hubiera podido tener”. Se trataba de una reunión informal. De manera que allí hablaron los partidarios del mico sin ningún tapujo. Uno de ellos David Turbay, procesado y condenado por sus vinculaciones con el narcotráfico; el otro, Federico Estrada Vélez, asesinado en oscuras circunstancias; y el último, Álvaro Uribe Vélez, candidato presidencial. En ese instante crucial no había términos medios: o se estaba con el narcotráfico (por lo que fuera, por miedo, o por odio, o por conveniencia, o por complicidad), o se estaba con el Gobierno. Uribe no estaba con el gobierno. Para comenzar, sacó a relucir una posición "filosófica": no se pueden estar a favor de la extradición de colombianos para que sean juzgados en el exterior. Y luego propuso una fórmula inadmisible: que se aprobara la reforma sin el mico, y que el gobierno aceptara convocar un referendo o plebiscito seis o siete meses después en torno al tema específico de la extradición, una vez la situación de orden público lo permitiera. Lemos se mantuvo en sus trece. Su exposición podría resumirse en la frase que recogió El Tiempo: - Si esa propuesta 79