EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 78
mediados de diciembre el texto se sometió a la aprobación de la
Comisión Primera. Las discusiones fueron cortas pero la reflexión
extensa. Y las consecuencias tremendas. El 13 de ese mes, luego
de 72 horas de espera, la Comisión aprobó el texto de la reforma y
dejó viva la consulta sobre extradición. “El 13 de diciembre -
escribió Sergio Ocampo en El Tiempo - entró en la antología de las
noches nefandas del país”. Valdría la pena reproducir algo de su
excelente texto: “Fueron pocas horas. No obstante, para una
explosión sólo se requieren segundos. Y eso fue lo que ocurrió esa
noche: cerca de tres décadas de desbarajuste institucional
emergieron violentamente... "La crisis colombiana tocó fondo:
guerra declarada entre gobierno y Congreso, renuncia de las
cúpulas de los partidos tradicionales, interinidad en el poder
regional en diez departamentos. La gravedad de los hechos no fue
solamente una sumatoria de situaciones críticas. La noche del 13
de diciembre fue quizá, el más fuerte campanazo para la
institucionalidad colombiana, desmoralizada, resquebrajada,
enferma de gravedad. "En una sola noche el país comenzó a
afirmar que su Ejecutivo está al garete, y que el Congreso ya no es
una casa de leyes, un lugar de representación nacional, sino una
sociedad anónima, una empresa donde se lucran 400 socios.
"También se abrieron grandes interrogantes en tomo de los
partidos: ¿qué pasó con aquellos grupos que aglutinaban
opiniones, que eran tribuna de propuestas, que eran colectores de
inconformidad? "En una sola noche el país desnudó su verdad".
Esa verdad era evidente. Más allá del abandono del proyecto por
parte del gobierno, del divorcio entre presidente de la República y
Congreso, del trabajo inútil de quienes invirtieron dos años en
sacarlo adelante, los que gobernaban a este país eran los
narcotraficantes. Y lo gobernaban por el miedo. Desde 1983,
cuando el senador Rodrigo Lara denunció que ocho
parlamentarios se encontraban vinculados al narcotráfico (dos de
la Guajira, dos del Magdalena, uno del Atlántico, uno de Antioquia
y otro de Córdoba) (Arrieta et al, 1993, 230), nunca se había vuelto
a hablar del asunto. “Un buen número de parlamentarios - escribió
Ocampo - tienen o tuvieron nexos en el pasado inmediato con el
dinero de los carteles. Cabe aquí diferencias, de todos modos, a
otros dos grupos de congresistas que respaldaron la arremetida
narcotraficante en el Congreso, sin estar implicados directamente.
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