EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 41
También forma parte del primer Uribe el muchacho que obtuvo su
título de bachiller en el Instituto Jorge Robledo. En 1969, cuando
sus compañeros preparaban su fiesta de grado, recibieron la
noticia de que no habría ninguna ceremonia. ¿Qué pasó? -
preguntaron en el colegio. Y allá les contaron que uno de los más
destacados alumnos de la promoción, Álvaro Uribe Vélez, había
tenido diferencias con el rector y que lo había amenazado con
poner un petardo dentro del Teatro Odeón el día del grado.
Por culpa de la intemperancia de Uribe, la del 69 es la única
promoción del Robledo que no pudo graduarse con todos los
honores: discurso del rector, entrega de diplomas, champaña
caliente para los padres, ramos de flores para las madres, corbata
para los graduandos, y, por la noche, baile de vestido largo bajo la
mirada vigilante - y los cuchicheos - de las mamás de las
prometidas.
El segundo Uribe se deja ver en las “tardes doradas de la mafia”, a
las que se refiere, en un excelente artículo, el escritor Alpher Rojas
[ 35 ]. Cuenta él un episodio del que fue testigo presencial. En una
de las lujosas ferias de Armenia, cuando la ciudad se preparaba
para su centenario. Rojas ve de lejos a Pablo Escobar, a Rodríguez
Gacha, a los Ochoa que asisten al espectáculo. Dairo Chica, el
consentido de la mafia, presenta su espectáculo de rejoneo. Las
jacas encintadas son soberbias. Fabio Ochoa, “el obeso padrino de
los nuevos ricos” imparte absoluciones y come mandarinas.
“Tupac Amaru”, el caballo de un millón de dólares, opaca con su
silueta y con el pequeño lucero de su frente, a las otras
cabalgaduras. Rodríguez Gacha, propietario del ejemplar, “disfruta
las mieles de su popularidad”. Y allí, en ese mismo sitio y hora está
él, el candidato, “con sus magníficas cuadras caballares”. “Allí
está el 'doptor Uribe', como le decía El Mexicano, o ‘Varito’, como
lo motejaba cariñosamente don Fabio. Y de ninguna manera
distante, ni prejuicioso, ni tímido, sino francamente comprometido
en el negocio turbio, desde la brevedad ambigua de su atuendo
maicero y sus gafas de Harvard, intercambiando información
pecuaria para modernizar y ampliar sus dehesas ”. “Daba la
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Alpher Rojas Carvajal, Director del Instituto del Pensamiento Liberal.
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