EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 40

aunque calla con prudencia que se casó dos veces y que en su segundo matrimonio, con María Elena Uribe, tenía, en el momento de morir, una hijita de ocho meses a quien llamaban “Confite” (El Mundo, junio 15, página 10, sección 1), el candidato lo admira sinceramente: - Admira - dice La Nota Económica - al general Rafael Uribe Uribe, y a su padre, Alberto Uribe Sierra, asesinado cuando las FARC lo iban a secuestrar. De él aprendió que “el trabajo forma verdaderos hombres”. ¿Cómo se formó este “verdadero hombre”? Sus comienzos son muy distintos de los que recogen las biografías oficiales. Digamos que al principio hubo dos Uribe. El primer Uribe es el niñito que muestra cierta inclinación hacia la política. En Salgar, donde pasó sus primeros años, fue la sombra de doña Laura, una activista que hizo campaña por el voto de las mujeres y que fue concejal en 1958. Pero, curiosamente, no es alguien que se inclina hacia la tarea que mueve a todos los niñitos que en Colombia han sido: ser presidentes de la República para ayudarle al país, sino hacia la de los niñitos que crecen en medio de la trampa. El testimonio es de Héctor Abad [ 34 ], su compañero de curso en el colegio de los Benedictinos, en Medellín, y lo cuenta en Cambio. Resulta que los curas organizaron un reinado como los que organizan todos los curas que en el mundo, han sido, en los que no gana la más bonita sino la que consiga más dinero. Bueno, cuando estaba a punto de cerrarse la votación, con el triunfo indiscutible de la candidatura en la que Uribe manejaba al electorado, llegó algún papá rico y giró un cheque por la otra. Y ahí fue Troya. Uribe, contra todas las reglas establecidas por esa democracia de tafetán, quiso que el colegio desconociera la elección, habló de fraude y demandó a la elegida y a sus electores. El antecedente no tiene interpretación en contra: las elecciones se pueden desconocer, y lo que vale en ellas no es el resultado obtenido sino lo que quiera el dueño de la maquinaria. Claro está que el novel político no contaba con que había un prefecto de disciplina, que lo sancionó con la ley en la mano “por la insolencia de querer cambiar las más rancias costumbres electorales”. ¿Qué cómo lo sancionó? Abad, quien relata el incidente de manera positiva para Uribe, no lo dice. 34 Héctor Abad Faciolince, periodista, escritor y columnista de la Revista Semana, e hijo del médico Héctor Abad Gómez, promotor de paz, quien fue asesinado en Medellín en 1987 por “fuerzas oscuras” ligadas al paramilitarismo y al narcotráfico. 40