EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 32

estación del ferrocarril que muchos años antes sirvió de tránsito al tren ganadero, que transportaba los semovientes de los hacendados de la región.“ El había sido un buen chalán, recorrió a toda Antioquia y buena parte de Colombia a caballo, pues ese era uno de sus ' hobbies ' predilectos y cuando había puentes festivos, acostumbraba a salir con grupos de amigos a cabalgar por montañas duras.“ Había participado en una cabalgata que desde Medellín fue a Manizales y volvió, durante una feria en esa ciudad. Pero sus viajes a las fincas los hacía en el helicóptero de su propiedad, el mismo para el cual su hijo, Álvaro Uribe Vélez, cuando era director de la Aeronáutica Civil, le había negado su licencia de operación, por no dejar dudas de su pulcritud en el manejo del ente gubernamental. Así que el martes, Alberto Uribe Sierra hizo equipar la aeronave e invitó a su hija María Isabel, de 24 años y Santiago, de 27. Él en oportunidades manejaba el helicóptero, pero esta vez llamó a su piloto de plena confianza, Bernardo Riveros. Un amigo de la familia Felipe Baquero, también fue invitado a la imprevista visita, pero a última hora, a las 2:30 de la tarde, ya a punto de abordar el aparato, desistió de su viaje porque había olvidado que esa tarde tenía que hacer aquí asuntos importantes. Fue como una corazonada, porque se libró de lo que pasaría antes de dos horas. Y el helicóptero se encumbró sobre el cañón del Valle del Aburra hacia el norte.“ Además de la incursión en la finca San Cipriano, las guerrillas de las FARC también hace algunos meses se habían tomado a Providencia, un corregimiento de la zona, situado a media hora a pie de Guacharacas. Todo el mundo por esos lados sabía que la guerrilla andaba en la región y algunos hacendados había llevado a oficiales del Ejército para mostrarles los puntos por donde se desplazaban los alzados en armas y comunicarles su preocupación por lo desprotegida que estaba la zona en cuanto a Ejército y policías. Incluso habían enviado una carta al Procurador pidiéndole sus buenos oficios para que las fuerzas armadas dieran seguridad a la región. Pero por motivos que los hacendados desconocen, el problema siguió igual.“ Uribe Sierra vivía tan inmerso en ese mundo de negocios alucinantes, que, relataba un amigo, hoy podía tener 23 fincas o 10 y amanecer mañana con 41.“ En el momento de su muerte se dice que tenía a nombre suyo 15 fincas, bien fuera propias o en negocio. Vivía consiguiendo dinero con agiotistas hasta el cuatro o cinco por ciento para invertir en tierras, comprar y montar
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