EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 31
pronunció algún día recuerda un amigo. “Y este martes terminaron
los 50 años de vida apasionada del hombre polémico y millonario
en propiedades y amigos, que fue Uribe Sierra; en tanto que su
hijo, Santiago, recibió un balazo, y desangrándose en un recorrido
de más de 105 kilómetros desde la finca hasta Medellín, vivió una
dramática carrera contra la muerte. “El martes Uribe Sierra
comenzó el día común y corriente, en su oficina, con los trabajos y
negocios que lo habían convertido desde tiempo atrás en uno de
los más conocidos hombres de negocios en Antioquia. Había sido
heredero de una buena fortuna y caracterizado por su sagacidad
para el negocio, sirviendo de intermediario en la compra de
poderosas fincas, y con su actividad ganadera y caballística, había
acumulado una enorme riqueza distribuida en distintas regiones
de Antioquia. Tenía una casa finca en Niquía, Bello, con una
plazoleta para exhibir sus caballos, hacer miniferias y atender a
ganaderos y a negociantes de toda especie. “Nacido en Salgar, en
el suroeste antioqueño, cuentan que Alberto Uribe Sierra era muy
buen patrón, cumplía todas las obligaciones laborales con sus
trabajadores y hasta una vez, en 1979, repartió un molino de caña
y la mitad de la finca San Cipriano, sembrada de cañadulzales,
entre varios aparceros que pedían reivindicaciones porque
pasaban necesidades. La San Cipriano queda cerca de la
hacienda Guacharacas, y en ella, hace dos meses un grupo de las
FARC mató al mayordomo y a su ayudante. “Por lo demás, Alberto
Uribe Sierra era un hombre de vitalidad extraordinaria. Como 'un
volcán, la personificación del paisa dicharachero', lo calificó ayer
Juan David Botero, quien fue uno de sus amigos. “Nadie sabe si
era más mujeriego, o aguardientero, o buen conversador, pero en
esos aspectos no tenía rival. Donde llegaba, con su charla se
convertía en el centro de la reunión. Lo comparaban con un
encantador de serpientes. “Como antioqueño de pura sepa (sic)
toda su vida giró en tomo al campo, a tal punto que sus hijos dicen
que el era un verdadero "tierrero". Pero a la hacienda de
Guacharacas hacía varios días que no iba aunque acostumbraba
hacerlo unas tres veces al mes. Y el martes, aunque sólo una
semana antes le había comentado Jaime los peligros de
Guacharacas, al medio día en su oficina, en uno de esos impulsos
repentinos que eran tan comunes en él, decidió viajar a esa
hacienda del nordeste de Antioquia, situada en las vegas del río
Nus, a sólo 10 kilómetros de Cisneros, junto a una abandonada
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