EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 200

por completo olvidado: “Entre 1976 y 1977, Uribe fue jefe de Bienes en las Empresas Públicas de Medellín y desde ese cargo lideró la negociación de tierras y el traslado de la población del viejo al nuevo poblado de El Peñol. Supuestamente esa experiencia lo puede presentar como un buen administrador. Pero los habitantes de El Peñol y Guatapé en el oriente de Antioquia cuentan la misma historia desde los muertos y desaparecidos que sufrieron durante la negociación por las tierras... El proyecto hidroeléctrico de El Peñol fue más impuesto que negociado, y la población civil sólo conoció gases lacrimógenos, expropiaciones de tierras y destierro forzado”. Se trata de un extenso estudio. Leo fragmentos: “Mientras Uribe Vélez gana poder político, ataca sistemáticamente todo lo que se parezca a movimientos sociales, reivindicaciones laborales, jornadas de protesta y grupos defensores de los derechos humanos, porque todo esto para él huele a guerrilla. Tal política le genera apoyo entre la dirigencia empresarial, amiga de recortes en los salarios, bajas pensiones, poca estabilidad laboral y carencia de derechos sindicales”. La frase queda en punta. Entonces concluyo: pero no en un país donde las iniquidades sociales y políticas no van a ser solucionadas precisamente con el liberalismo económico y el pensamiento único. “La sombra más sangrienta que pesa sobre las páginas del historial de Uribe Vélez - siguen Ferrer y Lázala - se produjo en 1997, año en el que ocurrieron las principales masacres de Antioquia, debidamente documentadas por periodistas y activistas de derechos humanos, en la zona del río Atrato. Las masacres de civiles fueron cometidas en la jurisdicción de la Brigada XVII, bajo el mando del general Rito Alejo del Río Rojas, quien se encuentra actualmente bajo proceso de investigación judicial. Durante el tiempo en que ocurrieron los abusos contra la población civil, Uribe omitió interceder a favor suyo y no procedió contra Del Río. Si el general Del Río fue el ejecutor de las masacres en Urabá y en el Atrato, el gobernador Uribe Vélez fue el gran encubridor de las mismas. Era imposible ignorar el asunto cuando los muertos flotaban en el Atrato a la vista de todo el mundo: los escuadrones de la muerte habían dado la prohibición de recoger los cadáveres. “(Los paramilitares) tienen interés en las selvas del Atrato porque allí pueden sembrar coca, instalar laboratorios y sacar la cocaína por las rutas de Panamá. Desde mayo de 1997 hasta mayo del 2000, las Autodefensas 200