EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 198
tragedia sea cierto. “Mi padre - le dijo Uribe a El Tiempo el 14 de
junio de 1993 - se convirtió en otra víctima de los bandoleros de
las FARC, que han condenado a muerte a los hombres del
campo”. Y acto seguido fustigó la amnistía concedida por el
gobierno de Belisario Betancur a los alzados en armas: “El
asesinato de mi padre... es uno de los diarios hechos que están
ocurriendo en un país que ha amnistiado a los bandoleros pero ha
permitido que estos condenen a muerte a los hombres de
trabajo”. Juez y parte.
En un eventual gobierno suyo no se buscará justicia sino
venganza. Hay algo extraño en el comportamiento de Uribe. ¿Un
dejo inestable? ¿Una profunda inseguridad? No sabría decirlo.
Más que un político es un iluminado. Pero no un iluminado a la
manera del santón de La guerra del fin del mundo, un iluminado a
la manera de Trujillo. Por encima de sus educadas maneras de
Harvard quedan restos de sus arbitrariedades de hacendado. En
esa persistencia hacia la ruana, el carriel y la arepa, algo hay de
uniformes, de charreteras y condecoraciones. No es un demócrata,
eso es evidente. Es un individuo que se convence fácilmente de su
verdad, mejor, de la mentira que él convierte en su verdad, y que
entiende a los demás como los seres que vinieron al mundo para
aceptarla. No argumenta con facilidad, su discurso es reiterativo y
pobre, se apega demasiado al libreto. Su libreto es el de alguien
enérgico pero a la vez comprensivo, a quien se puede examinar
con lupa. Un buen padre de familia que no se separa de sus hijos
cuando llega a los cincuenta años, que no se casa nuevamente,
que no se embarca en tener a una niñita. Todo eso es ridículo. En
el fondo de la admiración que siente por su padre hay mucho de
fastidio. Era parrandero, era fachendoso, era mujeriego, era
hablador... un auténtico “pico de oro”. Él no, él tiene que ser
distinto, sano, discreto, fiel, eficaz, preciso. Estudia intensamente
pero no por el placer de estudiar sino por el hecho de ser
alternativa. (Entre otras cosas, de esos estudios que le atribuyen
sus amigos poco queda y queda nada). Hace yoga, ¡qué tal que no
lo hiciera! Es un pequeño tirano. No le gusta que le lleven la
contraria, porque la oposición lo desconcierta. Sus respuestas son
lentas, poco imaginativas. Tiene una voz pausada pero tensa. Una
mirada apacible, que en un segundo podría convertir en un
incendio. Si tuviera un gato le acariciaría el lomo con ira contenida
198