EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 193
¡No me hagan reír! En Colombia luchamos por el narcotráfico.
Sorman habla de la soledad colombiana. “El asunto de las FARC
no nos concierne en la medida en que combatirlo es un negocio
interior de Colombia”. “Pero las FARC, añade, trabajan para la
exportación. Casi la totalidad de la droga que cultivan y procesan
viene destinada a los consumidores norteamericanos y europeos.
La toxicomanía lleva envuelto el problema de los verdaderos
beneficios económicos del narcotráfico. Un gramo de cocaína
significa tres dólares para el cocalero colombiano que la cultiva,
mientras se la vende a 100 dólares a los consumidores
neoyorquinos o parisienses. Del valor del mercado mundial de la
droga, estimado en 150 mil millones de dólares, apenas el tres
por ciento se queda en Colombia. Entre tanto, el simpático
guerrillero colombiano asesina a cinco mil de sus conciudadanos
por año, secuestra a tres mil y arruina a su pueblo para
suministrar un poco de placer al jet-set de aquí, pero no al de
allá”. Aproximado, pienso, no muy riguroso. En la comunidad
internacional también hay facciones. Las FARC son un cartel, en
efecto, pero faltan los otros, faltan el cartel de los paramilitares y
el de los delincuentes comunes (eso que ahora han dado en
llamar “delincuencia organizada”), y los carteles que no son de la
droga, el cartel de la gasolina, y el de las armas, y el del
presupuesto y el de la politiquería. Pero luego entra en su análisis
al tema de fondo y se aproxima mucho más a la raíz del problema.
“... La llamada guerra contra la droga, que adelantan desde hace
más de 40 años los Estados Unidos y Europa, ha fracasado... Cada
año, gracias al apoyo de Estados Unidos, se destruyen 150 mil
hectáreas de plantaciones de coca por fumigación; los cocaleros
replantan anualmente otro tanto, o un poco más... Si mañana la
ONU prohibiera la sopa de ortigas, las ortigas producirían tanto
como la coca y los campesinos de Colombia se dedicarían a
cultivarla. El precio de la coca y de la amapola es apenas la
consecuencia de su prohibición y los guerrilleros disfrutan de esta
prohibición, tanto como las mafias americanas se beneficiaron de
la prohibición del alcohol en la década del 20. Es así como el
guerrillero aparece con la aureola de una doble protección
internacional, primero el romanticismo revolucionario y enseguida
la prohibición de la droga... Unirse a los colombianos en su lucha
contra las FARC supondría reconocer que esos seudo marxistas no
son más que un sindicato del crimen. Si llegamos a suponer que
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