EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 186

responde”. Nadie nos responde. Nunca les di respuesta a mis alumnos de sexto y séptimo, con quienes jugamos el juego de las elucubraciones fantásticas. Nadie volverá a ponerles, con el mismo cariño, esos ceros redondos y expresivos a mis alumnos de primero. Hay que volver al cero: el cero es el origen del universo, mientras que el uno lo es sólo del individuo. Nadie oirá a Diana Báez, a Nataly Jiménez llena de sensibilidad y de palabras, a Rocío Pachón, a Angélica Alba, a Javier Bocanegra, a Sandra Olaya, con quien hicimos un proyecto que dejaría con la boca abierta a todo el mundo, a Roñal Rodríguez que demostró lo indemostrable, a Nancy Andrea Murillo para quien William Agudelo escribió Mis alumnas de química, un poema que ahora me golpea en el fondo del alma. Qué será de ellos, por favor, qué será de ellos. Ellos en este país desolado, en este país roto, país deshecho, país enemigo. “No nos vamos a ir jamás de este país”, les dije muchas veces. Y heme aquí, huyendo, resbalando. Colombia no quiere a sus jóvenes. Allá abajo, en el horizonte que hoy no se ve como horizonte, en el arco iris que hoy no salió (en los aviones no es imposible ver el arco iris), en las fronteras que alguna vez fueron ríos y hoy son rejas, nosotros arrasamos a los jóvenes. Para los viejos, son apenas la carne de cañón que necesitan con el fin de seguir con la matanza. No hace mucho la UNICEF señaló que en Colombia hay seis mil jóvenes casi niños en las filas de los distintos grupos armados ilegales. Y lo dijo el día en que entró en vigor el Protocolo Adicional a la Convención de Derechos del Niño, que prohíbe la participación de menores en los conflictos armados. Colombia lo firmó en septiembre del año 2000 pero aún no lo ha ratificado. Lo ratificará, claro, porque aquí amamos el cascarón de la norma, el “comuníquese y cúmplase”, el “en uso de sus facultades legales y constitucionales”. Pero todo eso es puro blablablá. El 40 por ciento del millón de desplazados que la UNICEF calcula que hay en el país (ya se sabe: los organismos internacionales recortan el 50 por ciento de la realidad para quedar bien con todo el mundo), está formado por niños. Cuatrocientos mil niños desplazados. La UNICEF sabrá porqué lo dice, pero quien conozca lo que es nuestra organización celular, aumentará esa cifra: seiscientos o setecientos mil niños desplazados, detrás de una familia que dejará de ser familia en el momento mismo de su desplazamiento. Yo, por ejemplo. Ya no soy 186