EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 183

primero están el orden y la tranquilidad y luego los derechos individuales, desespero laboral que obliga a que centenares de miles de jóvenes miren con esperanza la posibilidad de convertirse en soplones al servicio de las fuerzas de seguridad del Estado, y una avalancha de solidaridades en tomo a un individuo situado en las puertas de la Presidencia de la República, que tiene un pasado oscuro pero que se dice “víctima de la injusticia”. Trocando sencillamente un nombre, repitamos con Silvio Villegas: “Uribe, víctima de la injusticia, no dejará que se cometa ninguna sin que sea implacablemente sancionada. Ajeno al odio será el magistrado recto e imparcial... y sin más pasión que la grandeza de la patria”. La dictadura civil de Gómez precipitó el derrumbe de Colombia. Para comenzar, hizo exactamente lo contrario de lo que prometió en su campaña presidencial. José Francisco Socarras, un notable psiquiatra que fue el eje de la reforma educativa puesta en marcha por el gobierno de López Pumarejo, hizo el perfil psicológico del mandatario. En su libro “Radiografía de un Resentido”, que cito de memoria, lo dibujó atado a una serie de pasiones contradictorias, y se refirió largamente a la condición femenina de su temperamento. Gómez era intemperante, estallaba con facilidad en accesos de cólera, trataba de manejarlo todo con mano de hierro, no aceptaba la crítica ni la discrepancia, se sentía el centro de un destino preciso, y su actitud era la de un iluminado que ponía a la moral por encima de la ley y a los principios religiosos como punto de partida de una ética civil. Todo eso condujo, y no era para menos, a que Gómez tratara de influir directamente sobre el manejo de los asuntos de la religión católica, en ese momento la oficial en Colombia. Su actividad en ese terreno llegó a ser un pequeño cisma. Pero si bien el enfrentamiento directo con el Vaticano, que él planteó hablando casi casi en su condición de nuevo Vicario de Cristo en la Tierra, se convirtió en una de las manifestaciones folclóricas de nuestra política, su enfrentamiento con el país provocó una tragedia inenarrable. En la época aciaga conocida como “la violencia”, murieron cerca de trescientos mil colombianos y millones más fueron desplazados y pasaron a formar los cinturones de miseria de las grandes ciudades. En ese período Colombia, que era un país agrario, comenzó el proceso que la llevó a convertirse en una 183