EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 181
violencia rural continuó a comienzos de 1950. Una gira nacional
de Ospina Pérez, programada 'para calmar los ánimos', se
convirtió en un fiasco. Las multitudes lo silbaban y denostaban. Al
llegar a la costa del Caribe tropezó con manifestaciones coléricas
y con turbas amenazantes. Tanto en Santa Marta como en
Cartagena, su presencia casi provocó motines callejeros. En los
actos oficiales, la llegada de los conservadores de cada localidad
inevitablemente suscitaba coros de gritos y acusaciones de
traición y tiranía. El presidente se vio obligado a cancelar el resto
de su gira. En el entretanto, Andrade declaró en los Estados
Unidos que 'había pequeños choques en que participaban simples
bandidos'. "Comenzaron entonces a oírse desde las toldas
liberales algunas voces colaboracionistas, y el editorial de El
Tiempo del 3 de abril pidió cautela frente a quienes predicaban la
conspiración como norma de conducta. Pero esa actitud
conciliatoria no le sirvió de mayor cosa. La censura de prensa
continuó implacable. Ese periódico no circuló el 31 de julio,
cuando después de habérsele impedido imprimir un comentario
editorial, colocó en el respectivo espacio un aviso comercial. El
gobierno se negó a ceder aunque el director, Roberto García-Peña,
explicó que el periódico había adoptado esta medida después de
que los censores habían rechazado tres editoriales diferentes.
"Los conservadores entraron entonces en un terreno donde sólo
era posible la hegemonía política mediante el empleo de la
maquinaria oficial. Las fuerzas de seguridad fueron fortalecidas en
las ciudades... Bogotá fue patrullada por grupos de cuatro
hombres, en vez de dos, armados con fusiles Mausser cargados y
amartillados. También había en las calles policías vestidos de civil
en número considerable. En los campos las fuerzas del gobierno
fueron aumentadas mediante el reclutamiento de jóvenes
empobrecidos, ansiosos de la seguridad representada por la
alimentación garantizada y por un inusitado sentido de autoridad.
"Gómez tuvo el cuidado de cultivar el favor de los militares. En un
banquete que le ofrecieron en la Escuela Superior de Guerra, el
teniente general Rafael Sánchez Amaya, jefe militar bajo el
gobierno de Ospina Pérez y nuevo embajador en Londres, le
ofreció su respaldo afirmando que el Ejército quería 'una Colombia
próspera y feliz, una patria en la cual se combinen sin estorbarse
la autoridad y el orden, la libertad, las garantías individuales y el
trabajo. Una autoridad suficientemente fuerte para que no se
181